"Y esto es inaceptable", señaló este miércoles el secretario general de la ONU, António Guterres, al inaugurar un evento celebrado en la sede de Naciones Unidas y dedicado específicamente a la crisis en esta región del mundo donde se han conjugado dos guerras (en Sudán y en Etiopía), la crisis climática, una larga sequía y la disrupción de envíos alimentarios por la guerra en Ucrania.
"Sin una inyección inmediata de fondos de gran calibre, las operaciones de emergencia tendrán que detenerse por completo, y la gente morirá", advirtió Guterres.
Citó el caso de Somalia, donde el año pasado la sequía costó la vida a 40,000 personas, la mitad de ellas niños menores de 5 años. Esta sequía, que continúa, se considera la más grave en 40 años.
A día de hoy, 30 millones de personas en la región necesitan asistencia humanitaria directa, principalmente los desplazados por las guerras y la larga sequía.
El año pasado, la asistencia humanitaria internacional lograda con las aportaciones de países donantes llegó a 20 millones de personas "y ayudamos así a prevenir una hambruna", dijo Guterres, quien recordó que los pueblos de esta región del este africano "están pagando un precio inimaginable por una crisis climática con cuyas causas nada tienen que ver".
Por esa razón -insistió- "les debemos solidaridad. Les debemos asistencia. Y les debemos unas medidas de esperanza en el futuro".
El evento inaugurado hoy en la ONU fue organizado por los Gobiernos de Etiopía, Kenia y Somalia como los países más afectados, conjuntamente con los de Italia, Catar, Reino Unido y Estados Unidos, que se cuentan entre los principales donantes para la región.