Laurene Powell Jobs: millonaria, inversora y filántropa

Tras fallecer su marido, el cofundador de Apple Steve Jobs, hace ahora diez años, Laurene Powell se ha convertido en una de las mujeres más ricas del mundo.

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Ocupa el número 71 en la lista Bloomberg Billionaires Index, en el que la publicación recoge las 500 personas más ricas del mundo, aunque la revista Forbes la sitúa un poco más abajo en su lista de multimillonarios, en el puesto 95.

Para Powell Jobs el dinero es una herramienta para ser autosuficiente, pero no define ni es parte de lo que es. “No es correcto que las personas acumulen una enorme cantidad de riqueza equivalente a millones y millones de otras personas juntas”, dijo a The New York Times el año pasado.

En 1989, conoció al que después fue su marido. Jobs, ocho años mayor que ella, cuando daba una conferencia. Aquella noche cenaron en un restaurante vegetariano en Palo Alto. “Hemos estado juntos desde entonces”, dijo él.

Laurene Powell Jobs está entre las 100 personas más ricas del planeta y el valor actual de su fortuna supera los 22.000 millones de dólares, según Bloomberg.

Tras la muerte hace una década de Steve Jobs, con quien estuvo casada 20 años, comenzó a supervisar su patrimonio, incluidas participaciones en Apple y Walt Disney Company.

ESTUDIÓ CIENCIAS POLÍTICAS Y ECONOMÍA.

Powell Jobs destina sus recursos y esfuerzos a su actividad inversora y filántropa y considera la acumulación de riqueza un peligro para la sociedad. De hecho, ha comentado que su intención es que sus hijos no hereden su riqueza.

Powell Jobs, que ocupa el número 71 en la lista Bloomberg Billionaires Index, en el que la publicación recoge las 500 personas más ricas del mundo, nació y se crio en West Milford, Nueva Jersey, en Estados Unidos, en 1963. La revista Forbes la sitúa un poco más abajo en su lista de multimillonarios, en el puesto 95.

Su madre era profesora y su padre, un piloto del Cuerpo de Marines de Estados Unidos que murió en una colisión aérea cuando ella tenía tres años, según contó a Vogue en 2016.

“El otro piloto se pudo expulsar y él no”, dijo. “Es difícil cuando la gente muere, pero hay algo añadido cuando lo hacen de repente”, aseguró. “Recuerdo haber pensado que hay que aprovechar las cosas. Me sentí muy afortunada sabiéndolo”, añadía.

En la Universidad de Pensilvania estudió Ciencias Políticas y Economía. Tras graduarse en ambas disciplinas trabajó en Merrill Lynch y Goldman Sachs. Después, aparcó su carrera profesional para cursar un máster en la Escuela de Negocios de la prestigiosa Universidad de Standford, en California.

En 1989, conoció allí al que después fue su marido. Jobs, ocho años mayor que ella, cuando daba una conferencia.

Ella y un amigo fueron al evento, pero llegaron tarde y los asientos estaban ocupados, se sentaron en el pasillo, pero les dijeron que tenían que levantarse y, entonces, ocuparon unos asientos en la primera fila. Resultó que el de Laurene Powell estaba al lado del de Steve Jobs.

“Miré a mi derecha y me encontré con una chica muy guapa, así que empezamos a hablar mientras yo esperaba a que me presentaran”, dijo el cofundador de Apple, según escribió Walter Isaacson en la biografía “Steve Jobs”.

Aquella noche cenaron en un restaurante vegetariano en Palo Alto. “Hemos estado juntos desde entonces”, dijo él.

En marzo de 1991, se casaron en Yosemite. Ese mismo año, nació Reed Paul, el primer hijo del matrimonio, el segundo para el cofundador de Apple, cuya primogénita, a la que tardó tiempo en reconocer como tal, Lisa Brennan-Jobs, tenía trece años en aquel momento. La pareja tuvo dos hijas posteriormente, Erin y Eve.

DICE QUE NO QUIERE SER MATRIARCA DE UNA DINASTÍA DE MILLONARIOS.

A principios de los noventa, Powell Jobs puso en marcha una compañía de comida vegetal llamada Terravera junto a un socio.

Tras tener a su segunda hija quiso centrarse en la otra faceta en la que había estado desarrollándose, la de tutora. En 1997 fundó College Track, una ONG para apoyar y facilitar el acceso a la educación de alumnos con pocos recursos, con diversos centros en diferentes estados del país.

Siete años después, Powell Jobs creó Emerson Collective, una corporación centrada en asuntos sociales. Según aparece en su página web, Emerson Collective despliega un gran abanico de herramientas para crear un cambio sistemático en educación, migración, clima e investigación y tratamiento del cáncer.

Entre las herramientas que utilizan están inversiones en empresas emergentes o programas de becas.

Powell Jobs es abiertamente demócrata. En 2016 apoyó la campaña de Hillary Clinton para las presidenciales de ese mismo año, que acabó ganando el magnate y ya expresidente Donald Trump.

En 2020, Trump arremetió contra ella en Twitter, después de que The Atlantic, revista de la que es la mayor accionista, escribiese que había llamado perdedores y tontos a soldados estadounidenses muertos en la I Guerra Mundial.

Para Powell Jobs el dinero es una herramienta para ser autosuficiente, pero no define ni es parte de lo que es. Y, aunque ella y sus hijos disfrutan de una vida más que acomodada, con ciertos lujos al alcance de muy pocos, no está interesada en ser la matriarca de una dinastía de millonarios.

“No es correcto que las personas acumulen una enorme cantidad de riqueza equivalente a millones y millones de otras personas juntas”, dijo a The New York Times el año pasado.

“Heredé mi fortuna de mi marido, al que no le importaba la acumulación de riqueza”, afirmó.

También aseguró que llevaba a cabo esta labor para honrar su trabajo y que ha dedicado su vida a hacer todo lo posible para distribuirla de manera efectiva, de forma que ayude a crecer a individuos y comunidades.

“No me interesan los edificios patrimoniales heredados y mis hijos lo saben. Steve no estaba interesado en eso. Si vivo lo suficiente, esto termina conmigo”, comentó al mismo medio.
Por Mateo Castillo.