Macedonia, primer país europeo condenado por los vuelos secretos de la CIA

Macedonia se convirtió hoy en el primer país europeo condenado por haber colaborado con Estados Unidos en los llamados vuelos secretos de la CIA, después de que el Tribunal de Estrasburgo la considerara culpable de las torturas sufridas por un ciudadano alemán de origen libanés confundido con un terrorista.

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Una sombra reflejada en un cartel del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia).

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideró probado que Jaled El-Masri sufrió torturas en Skopje tras su arresto el 31 de diciembre de 2003 y antes de ser entregado, 23 días más tarde, a la CIA, que lo envió a una prisión de Afganistán donde permaneció medio año.

Macedonia violó hasta cuatro artículos del Convenio Europeo de Derechos Humanos, según el Tribunal, que pone especial acento en el número 3, que prohíbe la tortura, por lo que condena a ese país a pagar al denunciante 60,000 euros por daños y perjuicios.

También se violaron los derechos a la libertad y la seguridad, al respeto de la vida privada y familiar y al derecho a un recurso efectivo, según la sentencia.

Macedonia no sólo practicó la tortura con El-Masri sino que lo entregó a la CIA a sabiendas de que se exponía a nuevas torturas, señala el fallo.

"Esta sentencia merece ser calificada de histórica: se trata de la primera condena en un tribunal internacional de la práctica de los transportes ilegales de detenidos y de las detenciones secretas de la CIA", indicó el presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Jean-Claude Mignon.

Precisamente este organismo paneuropeo, que agrupa a 47 Estados del Viejo Continente, ya fustigó esas prácticas oscuras, surgidas tras los atentados del 11-S de 2001, en un informe elaborado por el senador suizo Dick Marty en 2006 en el que detallaba que 14 países europeos colaboraron en esas prácticas ilegales.

Amnistía Internacional, por su parte, consideró la sentencia como "un hito en la lucha contra la impunidad" y un primer paso para que otros países que también colaboraron con la CIA sean condenados.

El Tribunal de Derechos Humanos validó el testimonio de El-Masri, nacido en 1963 y residente en la localidad germana de Ulm, que aseguró que fue confundido con un terrorista cuando llegó a Skopje el 31 de diciembre de 2003 para hacer turismo.

Allí fue arrestado por las autoridades macedonias, que lo trasladaron a una habitación de hotel, donde permaneció durante 23 días sin tener ninguna asistencia jurídica, interrogado en inglés -un idioma que no habla correctamente- y aislado, lo que le sumió en "un estado de angustia permanente", según reza la sentencia.

Pero su calvario no había hecho más que empezar, porque 23 días más tarde fue esposado, encapuchado y trasladado al aeropuerto, donde le esperaba un grupo de la CIA que le sometió a duras torturas ante la custodia de agentes macedonios.

"La responsabilidad del Gobierno macedonio está admitida en lo que se refiere a los actos cometidos en su territorio por agentes de un Estado extranjero", señala la sentencia.

El-Masri fue apaleado, desnudado y sodomizado con un objeto, se denuncia en la sentencia.

Estas torturas "fueron empleadas con premeditación con el objetivo de provocar a El-Masri dolores o sufrimientos agudos para obtener de él información. La Corte considera eso tortura", indican los jueces.

El detenido fue entonces sedado e introducido en un avión que, tras hacer una escala en Bagdad, aterrizó en Afganistán, donde El-Masri fue internado en un centro de detención, en una pequeña celda de hormigón.

Allí sufrió nuevas torturas y realizó dos huelgas de hambre antes de que el 28 de mayo de 2004, cinco meses después de su arresto, fuera trasladado, vía Albania, a Alemania.

Visiblemente afectado por la tortura, con 18 kilos menos de peso, El-Masri presentó una denuncia ese mismo año y, desde entonces, ha batallado para que las autoridades europeas y estadounidenses reconocieran el error cometido.

Clave en la condena de Macedonia ha sido el testimonio del que era ministro del Interior del país en el momento de los hechos, quien confirmó la detención de El-Masri y su entrega a la CIA.