"Ningún Gobierno debería vender una sola bala a la junta bajo estas circunstancias. Imponer un embargo de armas global sobre Birmania es el paso mínimo necesario que el Consejo de Seguridad debería dar en respuesta a la creciente violencia de los militares", señalaron en una declaración conjunta.
Las ONG, entre las que figuran Human Rights Watch, Amnistía Internacional o el Global Centre for the Responsibility to Protect, urgieron al Reino Unido -país responsable del dossier birmano en el Consejo de Seguridad- que empiece cuanto antes negociaciones para imponer ese embargo de armas.
Hasta ahora, los miembros del Consejo de Seguridad han buscado la unidad en todo lo referente a la crisis birmana y han adoptado varias declaraciones condenando la violencia, pero sin tomar medidas concretas, a las que se oponen entre otros Rusia y China.
"El tiempo de declaraciones ha pasado. El Consejo de Seguridad debería llevar su consenso sobre Birmania a otro nivel y acordar acciones inmediatas y sustanciales", señalaron las organizaciones no gubernamentales.
En una conferencia de prensa, el director para la ONU de Human Rights Watch, Louis Charbonneau, defendió que la imposición del embargo de armas -además de dificultar la represión por parte de los uniformados- convertiría a la junta militar en un "paria" en la escena internacional.
Los militares, que tomaron el poder en un golpe de Estado el pasado 1 de febrero, han matado a al menos 769 civiles, en su mayoría manifestantes antijunta que han sido reprimidos con armas militares y torturados por los uniformados.
Sin embargo, los birmanos continúan protestando a diario, en ocasiones con estrategias como las manifestaciones relámpago, que se disuelven antes de que lleguen las fuerzas de seguridad.
Algunos manifestantes han optado por la resistencia violenta, llegando a matar con armas de caza a miembros del Ejército y han formado milicias o se han unido a grupos étnicos armados.
Desde el levantamiento militar, también se han incrementado las ofensivas entre el Ejército birmano y algunas guerrillas como los rebeldes Ejército de Liberación Nacional Karen (KNLA, sigla en inglés) y el Ejército para la Independencia Kachin (KIA, sigla en inglés), lo que ha provocado al menos 20 muertos y más de 40,000 desplazados.