Netanyahu promete a sus votantes que formará un gobierno de derechas

El primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, que se mantiene en la presidencia del gobierno desde hace una década y se enfrenta a elecciones el 17 de septiembre para poder continuar, prometió este miércoles a sus votantes que formará un Ejecutivo de derechas y no pactará un Gobierno de unidad.

"Formaré solo una coalición de derechas. No habrá gobierno de unidad", prometió hoy Netanyahu en una columna en la primera página del diario conservador Israel Hayom con ese título.

El jefe del gobierno, que fue incapaz de sacar adelante una coalición tras los comicios del pasado abril y forzó la disolución de la Kneset (Parlamento) para tener otra oportunidad de intentarlo, descarta así un pacto de gobierno con la fuerza Azul y Blanco, que logró en abril los mismos escaños que su partido, el Likud (35 de 120).

Su intención, promete, es "formar un gobierno fuerte de derechas que continúe llevando al Estado de Israel a logros sin precedentes y que proteja la seguridad de sus ciudadanos".

En el texto, Netanyahu ataca directamente a sus contricantes, los líderes de Azul y Blanco, y advierte al lector en contra de elegir un primer ministro "débil, sin experiencia y de izquierdas", con Beni Gantz o Yair Lapid, líderes de esa fuerza centrista.

También insta a los partidos "del campo nacionalista" a que "despierten de su indiferencia", y critica al conservador Avigdor Lieberman, cuya falta de apoyo le impidió formar gobierno tras los últimos comicios.

Para evitar una repetición de abril, pide el voto para su formación y que los votantes no apuesten por partidos de derechas en riesgo de no superar el umbral del 3,25 % exigido para conseguir escaños: "No debemos repetir el error de las últimas elecciones, en las que votantes de derechas perdieron siete escaños con partidos que no cruzaron el umbral".

Esta promesa electoral, de cumplirse, impediría la formación de un gobierno con una mayoría electoral holgada y aboca a un Ejecutivo con una mayoría escasa en la Kneset, dando además mayor poder a los partidos más pequeños, como los ultraortodoxos.

Las últimas negociaciones para la formación de una coalición en abril y mayo se fueron al traste, precisamente, por la inflexibilidad de los extremistas religiosos judíos en su rechazo a una ley que obligará a su comunidad a incorporarse al servicio militar obligatorio y la exigencia por otro lado de Lieberman de que esta saliese adelante sin cambios.