Perseguidos, explotados, sin esperanza: migrantes en Asia

Un niño agotado apenas se sostiene en pie; la mujer se aferra a una pequeña bolsa de plástico con sus pertenencias y no puede evitar las lágrimas: lo han logrado, están a salvo. El menor y la mujer están entre los más de 1,500 migrantes que esta vez han conseguido llegar a tierra tras semanas en el mar.

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Pasaron día tras día entre cientos de personas sudorosas y asustadas, en embarcaciones precarias repletas: expuestos al calor, sin baños ni modo de higienizarse, sin suficiente que beber y comer.

En su mayoría son miembros de la minoría musulmana de los rohingya, un grupo discriminado y perseguido tanto por el Estado como por los habitantes de Myanmar, de mayoría budista, así como algunos bengalíes.

"Algunos de los que llegan en barco están cerca de la muerte", relata a dpa Jeff Labovitz, director de la oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Tailandia. "Tienen beriberi, una falta aguda de vitaminas, y parecen esqueletos", asegura.

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que unas 25,000 personas se han embarcado en este tipo de botes entre enero y marzo de 2015. Muchos no llegan a pisar tierra.

A principios de mayo la policía tailandesa halló más de 30 cuerpos enterrados en un campamento abandonado en medio de la selva que limita con Malasia. "Murieron de hambre o por alguna enfermedad porque los traficantes los retenían exigiendo más dinero para llevarlos a Malasia", asegura un informe de la organización Human Rights Watch (HRW).

Los rohingya quieren llegar a Malasia, de mayoría musulmana, donde esperan poder subsistir como jornaleros y quizás incluso enviar dinero a casa.

Pero no todos lo consiguen. "Los traficantes los engañan diciéndoles que los llevarán a Malasia, pero en realidad los llevan a aguas internacionales como esclavos en embarcaciones y los remolcan en dirección a Tailandia", denunció en un informe en abril la organización en defensa de los derechos humanos Fortify Rights.

"Las mujeres y las jóvenes son vendidas como esposas o forzadas a años de esclavitud sexual y doméstica", denunció el fundador de Fortify Rights, Matthew Smith, ante el Congreso de Estados Unidos. La situación de los rohingya es dramática, cientos de miles de personas están huyendo y corren el riesgo de caer en manos de traficantes de personas, advirtió.

En Myanmar el odio hacia los musulmanes es alentado por la presunción de que quieren instaurar un Estado islámico, algo absurdo teniendo en cuenta que no alcanzan a representar ni el dos por ciento de la población. El gobierno los tilda despectivamente de "bengalíes" que deberían estar en Bangladesh, pero el país vecino no asume ningún tipo de responsabilidad.

"Estas personas no pueden soportar la desesperanza en la que viven. Prefieren morir en el mar antes que continuar padeciendo esa discriminación", aseguró a dpa en Myanmar un parlamentario rohingya que pidió no ser mencionado por su nombre por temor a sufrir represalias.

El miedo empuja a la gente a partir. "Quisiéramos vivir aquí en paz, no queremos dejar nuestro país. ¿Pero qué más puede hacer quien es perseguido por el Estado?" (DPA)