Sanna Marin, la exitosa líder finlandesa en los tiempos del covid

Un año después de asumir la Jefatura del Gobierno finlandés, la primera ministra, la socialdemócrata Sanna Marin, es una de las figuras más valoradas del país nórdico gracias a su exitosa gestión de la pandemia de covid-19, aunque para ello se ha visto obligada a postergar su ambicioso programa de igualdad.

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Elegida por la BBC y la revista Forbes entre las cien mujeres más influyentes y poderosas del mundo en 2020, Marin, de 35 años, ha tenido una carrera política fulgurante.

En apenas un lustro pasó de conseguir su primer escaño en el Parlamento finlandés a convertirse en la primera ministra más joven del mundo (aunque más tarde fue superada por el austríaco Sebastian Kurz), poniéndose al frente de un inédito Gobierno liderado por cinco mujeres de otros tantos partidos y formado por 11 ministras y 8 ministros.

El trasfondo familiar de Marin marcó su carácter y sus convicciones políticas, haciendo de ella una mujer progresista, tolerante y feminista, con una gran capacidad para inspirar confianza y transmitir cercanía.

Nacida en un hogar con pocos recursos, su madre se divorció de su padre alcohólico siendo Marin muy joven y formó pareja con una mujer, por lo que suele contar que fue criada en una familia "arcoíris".

La delicada situación económica familiar la obligó a partir de los 15 años a compaginar sus estudios con trabajos eventuales, entre ellos como cajera en un supermercado, una circunstancia que le enseñó el valor del esfuerzo personal y la importancia del sistema nórdico de bienestar.

"En mi opinión, el nivel económico de su familia ha sido más importante que tener dos madres. El hecho de ser joven y mujer la convierte en un ejemplo para otras mujeres jóvenes, porque ven que es posible llegar a ser destacadas líderes políticas", explica a Efe Göran Djupsund, prestigioso analista político.

UN AÑO MARCADO POR LA PANDEMIA

Durante su primer año de mandato, Marin ha tenido que dedicar buena parte de sus esfuerzos a lidiar con la crisis del coronavirus, logrando que Finlandia se haya mantenido como uno de los países europeos con menor incidencia de covid-19 y menos víctimas mortales (433 en un país de 5,5 millones de habitantes).

Para conseguirlo, Marin no dudó en tomar medidas severas de forma temprana, entre ellas el cierre de fronteras, colegios y locales de ocio y el confinamiento perimetral de la región de Helsinki cuando el número de contagios aún no alcanzaba el millar.

Las restricciones del Gobierno, que fueron relajadas o endurecidas en función de la evolución epidemiológica, demostraron ser eficaces a la hora de minimizar el impacto de la pandemia en la salud, pero también en la economía.

Según estimaciones de la Comisión Europea, el producto interior bruto (PIB) de Finlandia se contraerá un 4,3 % en 2020, frente al 12,4 % de España, el 9,4 % de Francia o el 7,4 % del conjunto de la Unión Europea.

"La gestión de la pandemia es hasta ahora el mayor logro de Marin, aunque este año apenas ha habido espacio para otras áreas de la política. Ha tenido mucho éxito y esa es la principal razón de que el Gobierno tenga un apoyo tan amplio entre en los finlandeses", explica Djupsund.

Según una encuesta publicada esta semana por la televisión nacional YLE, el 82 % de los finlandeses cree que la primera ministra ha gestionado bastante bien o muy bien la pandemia, mientras que sólo el 18 % opina que lo ha hecho mal o muy mal.

En el terreno personal, este año estuvo marcado por la discreta boda de Marin con su pareja de toda la vida, el exjugador de fútbol Markus Räikkönen, con quien tiene una hija de casi tres años, en una ceremonia privada celebrada en la residencia oficial de los jefes del Gobierno, y por la muerte de su padre.

AMBICIOSO PROGRAMA DE IGUALDAD

La lucha contra la pandemia y su impacto sobre la economía y el empleo ha monopolizado buena parte del trabajo del Gobierno, que se ha visto obligado a posponer la implementación del ambicioso programa de igualdad impulsado por Marin y acordado en 2019 por los cinco partidos de la coalición.

Este programa, cuyo objetivo es "hacer de Finlandia un país líder en igualdad", contempla una distribución más uniforme entre los padres de los permisos familiares y el cuidado de los hijos, el fortalecimiento de la paridad y la igualdad en la vida laboral y la reducción de la brecha salarial de género.

También aspira a reducir la violencia de género contra las mujeres, mejorar la situación de las víctimas de trata de personas y luchar contra la discriminación por motivos de edad, situación socioeconómica, origen étnico o pertenencia a minorías.

Respecto a la identidad de género, se contempla la mejora de los derechos de las minorías sexuales, especialmente de las personas transexuales, quienes según la legislación finlandesa vigente deben ser esterilizadas antes de poder cambiar legalmente de sexo.

Queda, por lo tanto, mucho por hacer, aunque buena parte del camino ya está andado, porque Finlandia es el tercer mejor país del mundo para las mujeres, por detrás de Noruega y Suiza, según el Índice Mujer, Paz y Seguridad del Instituto de Georgetown.