Napolitano, que se convirtió en el primer presidente de la República Italiana reelegido para un segundo mandato, falleció el pasado 22 de septiembre en Roma a los 98 años y como no creyente se decidió un funeral de Estado, pero de carácter laico y se eligió como sede la Cámara Baja.
A la ceremonia fúnebre de Napoltiano, quien tuvo que lidiar con cinco diferentes Ejecutivos en nueve años como Jefe de Estado, asistieron también el presidente austriaco, Heinz Fischer, acompañado de su esposa, Margit, la duquesa de Edimburgo, Sophie Helen Rhys-Jones, y el exjefe de Estado francés Francois Hollande, entre otros.
En el Parlamento italiano se instaló para la ocasión una larga alfombra roja para dar la bienvenida a los asistentes a la ceremonia en la entrada principal y en el gran salón conocido como Transatlántico, donde los líderes políticos presenciaron el paso del féretro envuelto en la bandera italiana.
Además de los altos cargos del Estado como el actual presidente de la República, Sergio Mattarella y la primera ministra, Giorgia Meloni, también estuvieron presentes varios políticos italianos que fueron protagonistas durante los mandatos de Napolitano.
Entre ellos Fausto Bertinotti, Massimo D'Alema, Romano Prodi, Mario Draghi o Mario Monti, este último elegido por Napolitano para sustituir a Silvio Berlusconi en medio de la crisis económica que atravesaba el país en 2011.
Durante el funeral se sucedieron las intervenciones de familiares del antiguo jefe del Estado, como su hijo Giulio y su nieta Sofia, pero también en representación del Vaticano habló el cardenal Gianfranco Ravasi, después de que incluso el papa Francisco acudiese este domingo por sorpresa a la capilla ardiente del expresidente de la República en el Senado italiano.
"No recuerdo un día sin trabajo para él. Siempre ha considerado la política como una elección ética y una motivación moral." Libró "buenas batallas y apoyó causas equivocadas”, pero “no soportaba la demagogia y los gritos”, dijo su hijo Giulio, quien instó a la política a vivir "este momento en un espíritu de unidad".
En la despedida de Napolitano, primer exponente del Partido Comunista italiano en ocupar el mayor cargo del Estado entre los años 2006 y 2015, también intervino Gianni Letta, quien fuera el brazo derecho de Berlusconi, que siempre acusó al expresidente de haberle apartado con "un golpe de Estado" perpetrado por Bruselas.
Napolitano y Berlusconi, fallecido en junio pasado, eran "dos mundos opuestos, dos figuras distintas, llamadas a compartir los más altos cargos del Estado. (...) hubo tensiones y controversias, pero nunca les faltó la voluntad y la fuerza para mantener la relación en la línea de la corrección institucional", dijo Letta.
"Se cierra también un capítulo atormentado y complejo de esta historia: después de Berlusconi, Napolitano, con tres meses de diferencia. Me gusta imaginar que, al encontrarse allí arriba, podrán decirse lo que no se dijeron aquí abajo", añadió.
Napolitano será enterrado en el cementerio no católico de Roma, en el barrio de Testaccio.