Trans y soldado: la lenta transición de las Fuerzas Armadas de EE.UU.

Durante los diecisiete años que la soldado transgénero Melody Stachour lleva sirviendo ha visto cómo las Fuerzas Armadas de EE.UU. prohibían a los homosexuales y bisexuales salir del armario, y ni siquiera admitían a transexuales, con unas medidas discriminatorias ya superadas que, no obstante, siguen pesando en la institución.

Esta suboficial de la Fuerza Naval en la reserva, de 41 años, está contenta por la reciente decisión del presidente Joe Biden de revertir la orden de su predecesor, Donald Trump, de prohibir a los transexuales ejercer como militares, aunque todavía queda un buen trecho hacia la igualdad total.

Stachour se unió a la Armada en 2004, cuando tenía 25 años y todavía no había iniciado el proceso de cambio de sexo a mujer.

Eran años en los que estaba en vigor la política "Don't ask, don't tell" (no preguntes, no lo digas), instituida por la Administración de Bill Clinton en 1993 y derogada en 2011 por Barack Obama, por la que se prohibía a las personas abiertamente gais, lesbianas o bisexuales ejercer en las Fuerzas Armadas.

Como dice su nombre, los militares homosexuales o bisexuales podían servir siempre y cuando no hablaran de su orientación, al tiempo que a sus superiores se les indicaba que no preguntaran.

"NO PREGUNTES, NO LO DIGAS"

En aquella época "había mucha más tolerancia, incluso bajo 'Don't ask, don't tell', en los rangos júnior, porque muchos de los que estábamos en los rangos júnior habíamos crecido en una era en que los individuos gais y lesbianas eran parte de nuestra cultura, eran parte de quiénes éramos y no prestábamos mucha atención", rememora Stachour, en declaraciones a Efe.

Aun así, había numerosas restricciones sobre lo que un uniformado homosexual o bisexual podía hacer públicamente. Un ejemplo de ello era que sus parejas no podían aparecer en los documentos militares oficiales.

Esa política pudo anularse gracias a que el estamento castrense, como parte de la sociedad, fue evolucionando con el tiempo.

De la misma manera ha ocurrido con los transexuales, que entre 1960 y 2016 estuvieron vetados en la institución.

Hace 17 años "no creo que la cultura en las Fuerzas Armadas hubiera sabido qué hacer con los soldados que eran trans, y eso es simplemente por el hecho de que no estábamos expuestos a gente trans en las Fuerzas Armadas", opina Stachour, que luce una larga melena rubia.

Ya llevaba unos años en la carrera militar, cuando esta suboficial, que desarrolla labores de analista y de Inteligencia, aparte de capacitar a reclutas, "llegó a un entendimiento" de sí misma y decidió iniciar su proceso de transición.

SALIR DEL ARMARIO DELANTE DE LA COMANDANCIA

"Me estaba preparando para volver a enrolarme en 2018 y se lo dije al oficial al mando, al oficial ejecutivo y al jefe sénior de alistamiento. Durante el día, en una sesión aparte, antes de que nos realistáramos, me apoyaron mucho".

Para volver al servicio en activo se suele celebrar una ceremonia en la que el militar pronuncia unas palabras: "Elegí emplear ese momento para salir del armario ante el resto de la comandancia, y también recibí muchas felicitaciones y agradecimientos por hacerlo público", recuerda.

Fue un momento feliz únicamente empañado por el anuncio de Trump unos meses antes en un tuit, en julio de 2017, donde informaba de su intención de prohibir a todos los transgénero en las Fuerzas Armadas.

Finalmente, el Departamento de Defensa presentó en marzo de 2018 una normativa que establecía que las personas con "un historial de disforia de género (...) quedaban descalificadas del servicio militar excepto bajo circunstancias limitadas", aunque no recomendaba la expulsión de quienes ya se hubieran sometido a una operación de cambio de sexo.

Stachour se enteró del tuit de Trump en pleno despliegue, llevaba despierta desde muy temprano y no daba crédito a sus ojos.

"Tuve este sentimiento de que el presidente, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, no pensaba que yo, como alguien que era trans, fuera capaz de desarrollar la misión", lamenta.

Sin embargo, se tranquilizó cuando habló con sus compañeros de filas. "El sentimiento general era de '¿a quién le importa realmente si la persona puede llevar a cabo una misión hacia un objetivo y hacerlo bien? Realmente no importa".

SE TE PERMITE SERVIR PORQUE ERES UN CASO ESPECIAL

"Y esto fue muy gratificante para mí -continúa-, como alguien que todavía no había salido del armario, pero que lo estaba planeando hacer tan pronto como regresara a casa tras la misión".

Ella se considera afortunada porque no le afectó el veto al haber completado su transición cuando la norma entró en efecto.

"Para mí, fue un sentimiento de 'se te permite servir porque eres un caso especial, no porque seas bienvenida para servir, porque tengas cosas que aportar a la misión", indica.

Sin embargo, meses después fue ascendida y el verano pasado se convirtió en la primera soldado de la Armada abiertamente transgénero en ser seleccionada para un puesto de comandancia.

Biden revirtió la prohibición de Trump en enero pasado, a los cinco días de su investidura en la Casa Blanca, pero no todo está hecho.

"Vivimos en un mundo en que el veto se ha revertido por una política oficial, pero todavía no hemos visto que las órdenes hayan llegado abajo en blanco y negro sobre cómo implementarlas, así que estamos esperando a que la recomendación sobre su aplicación salga del Pentágono", dice la suboficial.

Stachour ayuda a otros soldados en un situación similar desde la organización SPARTA, donde les aconseja sobre asuntos que les preocupan como los trámites que hay que seguir o cómo informar a los superiores cuando se sale del armario y se quiere llevar a cabo un proceso de cambio de género.

Según datos del centro de pensamiento independiente Palm Center, en 2018 se calculaba que había unos 14,700 militares transgénero en las Fuerzas Armadas de EE.UU., de los que 8,980 estaban en activo y 5,727 en la reserva especial.