Una gama multicolor alza el puño en EE.UU. por el fin de la violencia racial

A ritmo del sonido sanatorio del gong, más de 300 personas -asiáticas, afroamericanas, latinas y blancas- cerraron este domingo una jornada en recuerdo de las últimas víctimas mortales de la violencia racial en Estados Unidos, celebrada en la esquina en la que George Floyd perdió su vida supuestamente asfixiado por un agente en mayo pasado.

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En esa coordenada del sur de Mineápolis, los manifestantes alzaron el puño para exigir "justicia" para las seis mujeres de origen asiático asesinadas en marzo en Atlanta; el afroamericano Daunte Wright y el hispano Adam Toledo, de 20 y 13 años, respectivamente, que murieron en Brookyln Center (Minesota) y Chicago tras recibir sendos disparos de policías.

La demostración de esta unión de minorías raciales, tantas veces discutida en EE.UU., contó también con el apoyo de los "aliados blancos", según los organizadores, que se acercaron al vecindario de Powderhorn para mostrar su rechazo al sistema policial en el país en la víspera del inicio de la recta final del juicio contra el exagente Derek Chauvin, acusado de matar a Floyd.

"NEGROS Y AMARILLOS"

La protesta, nacida bajo el lema "Negros y Amarillos" y organizada por el grupo Stop AAPI (Asiáticos-Estadounidenses e Isleños del Pacífico) Hate y otros colectivos asiáticos, quiso ser un "ejercicio de curación" para dos comunidades "traumatizadas".

"La comunidad cree que la unidad ahora es importante porque los dos grupos estamos pasando un periodo traumático de curación", declaró a Efe una de las organizadoras, que prefirió mantenerse en el anonimato.

Ella, junto a más de 300 personas, levantó el puño al cielo, con gesto de rabia, mientras la multitud recitaba los nombres de las últimas víctimas de la violencia racial y coreaba cánticos ya habituales en este tipo de eventos en EE.UU., como "No Justice, No Peace, Prosecute de Police" (Sin justicia no hay paz, procesen a la Policía).

LOS HISPANOS SE SUMAN AL DUELO

Otro grupo recientemente impactado por la violencia policial en EE.UU. han sido los latinos, después de que el adolescente Adam Toledo muriera de un disparo el pasado 29 de marzo pese a tener sus manos vacías en alto en el momento del impacto de una bala, según un vídeo publicado recientemente por el Departamento de Policía de Chicago.

Eso provocó que la indignación se extendiera también a hispanos, que salieron este domingo a las calles de Mineápolis para pedir la "abolición" de la policía tal y como está estructurada actualmente.

"La policía está matando a nuestra gente, no están aquí para proteger. Están aquí par causar problemas y violencia", dijo a Efe "Cipitcito", pseudónimo de un joven de origen mexicano.

"Cipitcito", uniformado con colores militares, chaleco antibalas, boina y gafas de sol, pero sin armas, estuvo pendiente en todo momento de un "walkie-talkie" que le permite hablar con sus compañeros de los "Brown Berets de Minesota", un cuerpo de seguridad organizado por latinos cuyo nombre es un juego de palabras en alusión a los "Green Berets", las Fuerzas Especiales del Ejército Estadounidense.

CONTRA LA VIGILANCIA POLICIAL

Las comunidades reunidas este domingo en la zona cero de la lucha contra la violencia policial, la tristemente famosa calle 38 con la avenida Chicago, mostraron además su rechazo a las altas medidas de seguridad que han convertido Mineápolis en una ciudad sitiada en las últimas fechas.

Al doble vallado de tres metros de altura y los vehículos blindados que rodean desde el comienzo del proceso al juzgado, en el centro de la urbe, se han sumado refuerzos de seguridad.

Más de 3,000 miembros de la Guardia Nacional y unos 1,100 agentes de diferentes agencias locales, según datos oficiales, patrullan el área metropolitana de las "ciudades gemelas", Mineápolis y Saint Paul, la capital estatal.

"Lo están haciendo para meternos miedo. Cuando llega la noche, estos militares se van: no les importa nuestra seguridad", criticó el "Brown Beret", que pretende ser un ejemplo de seguridad autogestionada por los vecinos que ponga fin a la Policía.