Ajenos a la covid-19 dentro y fuera del principal zoo de Egipto

Entre los más de 6,000 animales de las 150 especies que alberga el zoo de Guiza, el más grande de Egipto, tan sólo una treintena de loros se han hecho una prueba PCR, mientras que el resto de los animales y trabajadores viven tan ajenos al coronavirus como el resto del país.

Treinta loros grises africanos, que fueron víctimas del tráfico ilegal de animales y fueron interceptados hace 10 días en el aeropuerto internacional de El Cairo procedentes de Nigeria, han sido los únicos que fueron sometidos a una prueba PCR, con resultado negativo.

"Los loros importados fueron sometidos a una PCR porque son animales ajenos al zoo, pero no hay necesidad de hacer un examen para todos los animales excepto si aparecen síntomas", dice a Efe el jefe del departamento de Zoológicos del Ministerio de Medio Ambiente de Egipto, Mohamed Ragaie.

De hecho, solo se realizan test a los animales en dos casos: si han entrado en contacto con algún cuidador infectado o si presentan síntomas como diarreas o comportamientos extraños. El mismo protocolo se aplica para los trabajadores del zoológico, que Ragaie afirma que está "limpio" de coronavirus.

Wahid es el cuidador de los monos y del oso pardo Faris. Hoy ha capturado un simio con una especie de cazamariposas para poder inyectarle un antibiótico y ha tenido que distraer al gigantesco oso mientras un compañero lo rociaba con un producto para eliminar las bacterias que habitan la piel del plantígrado.

Sin embargo, no lleva mascarilla. "La he dejado en la caseta", justifica Wahid, de 49 años y con más de tres décadas a sus espaldas como cuidador del zoológico.

Se muestra convencido de que no tiene COVID-19, pero tampoco se ha sometido a un test, sólo a una radiografía mensual para ver si hay anomalías en su tórax. La PCR es "muy cara", asegura.

Según el encargado de Zoológicos del Ministerio de Medio Ambiente, se utiliza este procedimiento porque "la PCR es una prueba dolorosa" porque te tienen que introducir un bastoncillo por la nariz, aduce.

En Egipto, el precio de una PCR oscila entre las 1,200 libras egipcias (unos 76 dólares) y hasta más de 3,000 libras (190 dólares) y la gran mayoría de las pruebas las realizan centros y laboratorios privados.

A pesar de que ha habido casos de trasmisión del virus entre grandes felinos y sus cuidadores en otros zoos del planeta, en el de Guiza no se han dado casos. Los leones no presentan síntomas, asegura a Efe el jefe del departamento de Prevención y Tratamiento del histórico establecimiento, Rabaa Abdelnabi Mohamed.

"Ves, está orinando bien. Todo es normal", dice el médico al tiempo que Hogan, el rey de la selva, responde a la llamada de la naturaleza impasible ante los flashes de los pocos visitantes que han acudido a verle este martes.

La vida continúa ajena al coronavirus en el Zoo de Guiza, que vivió su época dorada a finales del S.XIX y principios del S.XX cuando era toda una institución a nivel africano y mundial, y en las pasadas décadas se ha convertido en un parque donde acuden las familias menos adineradas a pasar los días festivos.

En Egipto, el país más poblado de Oriente Medio con 100 millones de almas, las autoridades sanitarias han contabilizado más de 122,000 casos de la COVID-19 y casi 7,000 muertes desde el inicio de la pandemia en febrero, llegando al pico de contagios diarios en junio y julio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado en varias ocasiones de que estas bajas cifras responden a que no se están realizando apenas pruebas, sólo en casos sintomáticos graves o en personas hospitalizadas, por que la cifra real de afectados por el coronavirus podría ser mucho mayor.

Lo mismo sucede en el zoo, donde tanto animales como cuidadores desconocen si se han contagiado en algún momento en los pasados meses, después de que el zoo reabriera al público en agosto tras el cierre inicial por el estallido de la pandemia, y haya recuperado su actividad habitual.

Sin embargo, el Gobierno egipcio se ha apresurado a hacerse con la vacuna contra la COVID-19 de la farmacéutica china Sinopharm, de la que recibió las primeras dosis hace pocos días y que empezará a suministrar gratuitamente a los grupos de más riesgo.