El confinamiento, principal aliado de los cazadores furtivos en Sri Lanka

El confinamiento decretado en Sri Lanka para frenar la expansión del coronavirus ha vaciado los parques nacionales de turistas y disparado el desempleo, contribuyendo al aumento de la caza furtiva organizada y de supervivencia que deja a diario, según estimaciones, más de 600 animales salvajes muertos.

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"La gente no tiene trabajo desde que se impuso el toque de queda, tienen mucho tiempo disponible y por eso han aumentado la caza furtiva, la minería ilegal y el acaparamiento de tierras", dijo a Efe Hemantha Withanage, científica especialista en medioambiente.

CAZAR PARA COMER

Tras algo más de un mes de confinamiento en todo el país, se han producido al menos 40 arrestos por ese tipo de delitos, la mayoría por caza furtiva, según datos del Departamento de Conservación de la Vida Silvestre (DWC).

Una cifra que, sin embargo, a Withanage le parece que no muestra la magnitud del problema ya que muchos cazan para llevarse algo a la boca o para asegurarse un sustento con la venta de las piezas cazadas, sobre todo ciervos y puercoespines.

"La gente rara vez caza furtivamente como entretenimiento, lo hace porque no tiene otros medios de trabajo", enfatizó la ambientalista y activista del Movimiento por la Tierra y la Reforma Agraria, Sajeewa Chamikara.

El confinamiento impuesto en Sri Lanka a finales de marzo con objeto de frenar la expansión del coronavirus desencadenó un aumento del desempleo y dificultades para la compra de alimentos.

La situación, señalan los ambientalistas, se espera que vaya mejorando con la sucesiva relajación de las medidas de confinamiento, que ya se ha empezado a aplicar en algunas áreas de la isla, con más de 900 casos y 9 muertes por COVID-19 hasta ahora.

MENOS TURISTAS, MAS FURTIVOS

Esta situación en el país también la ha aprovechado la caza furtiva organizada, al sentirse alentados por la falta de turistas en los parques nacionales y la escasez de guardas forestales.

"Es difícil detener estos crímenes porque en la mayoría de los casos los políticos poderosos brindan seguridad a los delincuentes", denunció Chamikara.

Además, la escasez de guardias forestales y la falta de recursos con los que cuentan, aumentan la impunidad. "Los guardabosques trabajan con grandes dificultades, con instalaciones y vehículos limitados", criticó por su parte Withanage.

De los 2.000 funcionarios del Departamento de Conservación de la Vida Silvestre en todo el país, cerca de la mitad son agentes forestales que trabajan sobre el terreno y que han incrementado las redadas en el último mes, según señaló Withanage, aunque su número sigue siendo insuficiente.

En la provincia Oriental, donde habitan la mayoría de los entre 5.000 y 6.000 elefantes de Sri Lanka, el DWC sólo cuenta con 35 agentes forestales, por lo que unos 400 elefantes mueren cada año víctimas del conflicto con los seres humanos, un choque que también suele dejar en el mismo periodo entre 80 y 90 personas muertas.

A finales de abril uno de esos guardabosques, de 25 años, murió durante un tiroteo con un grupo de cazadores furtivos en el parque nacional Gal Oya, en la provincia oriental de Uva, mientras que este mes, en el parque nacional de Udawalawe de la misma provincia, se encontró el cadáver de una cría de elefante sin colmillos.

El portavoz del DWC, Hasini Sarachchandra, señaló además que con los turistas desaparecidos, los cazadores furtivos tienen mayor libertad de movimiento por los parques y santuarios nacionales.

"Por ejemplo, entre 300 y 350 vehículos entraban al Parque Nacional de Yala (sur) diariamente. Ahora eso se ha detenido y los cazadores furtivos no tienen miedo de entrar al parque", dijo.

Todos estos factores han hecho que desde que comenzó el confinamiento se cacen a diario más de 600 animales salvajes, según calculó el ecologista Nayanaka Ranwella, quién agregó que todos los días entre 50 y 100 cazadores furtivos ingresan a los parques.