La investigación se enmarca dentro del proyecto ECOSUMA y busca comprender el ciclo de vida en libertad de estas criaturas para hacer la cría de pulpo en cautiverio más ecológica y sostenible.
Para conseguirlo, un grupo de biólogos del Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC) ha liberado a 22 pulpos en las aguas vírgenes de las Islas Cíes en Vigo (Galicia, noroeste de España), un hábitat marino único y de una enorme riqueza de flora y fauna, que fue declarado parque natural en 1980. Desde 2002, las Cíes forman parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia.
“Soltamos los primeros dos pulpos en una fase previa y luego otros 20 y lo que analizaremos son las migraciones y los movimientos de estos animales dentro del parque nacional de las Islas Cíes Atlánticas, donde llevamos trabajando desde el año 2000”, explicó a EFE Ángel González, Investigador Científico del Instituto de Investigaciones Marinas (CSIC).
“Hemos elegido las Cíes porque es un laboratorio natural, todas las condiciones se cumplen para poder estudiar estos animales, no solamente pulpos, sino también chocos, calamares y otros cefalópodos; y por la importancia que tiene desde el punto de vista bioecológico en todos los ámbitos, y es por eso que llevamos monitorizándolas casi 20 años,” añadió.
En los últimos años, los científicos del CSIC han intentado recabar información sobre la vida de los pulpos en su hábitat natural mediante grabaciones de vídeo submarinas, pero este nuevo enfoque, que utiliza marcadores acústicos, les permitirá monitorizar más tiempo a estos animales y profundizar en su estilo de vida.
Los primeros resultados se esperan para finales de verano y con ellos los biólogos van a obtener información que les permita un cultivo ecológico de la especie basado en sus condiciones naturales.
"Es la primera vez que se hace un experimento de estas características en el mundo y nos va a brindar una información muy valiosa", indicó el experto.
El aumento de la demanda de la carne de pulpo para consumo humano está detrás de la carrera por conseguir la fórmula del cultivo de estos cefalópodos.
Según un artículo en Seafood Source en 2020, en las últimas tres décadas se ha producido “un aumento relativamente constante en la captura”, que llega prácticamente a duplicarse, de 179.042 toneladas en 1980 a 355.239 toneladas en 2014.
Mientras que muchos otros animales marinos se crían en cautividad desde hace décadas, el caso de los pulpos ha sido especialmente complejo, debido principalmente al misterio que rodea a su ciclo de vida.
Los principales problemas al criar cefalópodos en cautiverio han tenido que ver con la dificultad de mantener con vida a las crías y con hallar una alimentación adecuada durante su fase de maduración, así como de establecer las condiciones óptimas del hábitat artificial.
“El conocimiento que tenemos de los pulpos en la acuicultura es necesario para entender mejor cómo viven los animales en libertad. Hay muchos aspectos del ciclo de vida del pulpo en libertad que son imposibles de conocer, pero tener animales en los tanques en el laboratorio te permite conocer esos aspectos de la biología que luego nos ayudan a entender mejor la especie y a conservarla mejor,” dijo el biólogo marino Alvaro Roura.
Roura, que ha sido testigo de todo tipo de experiencias y anécdotas durante el proceso de cría de estos animales, ha añadido que el adjetivo más adecuado para describirlos es, sin duda, “traviesos”.
“Son muy interactivos, y se podría decir que bastante traviesos. Por ejemplo, lo de que salgan del acuario y que se vayan a dar un paseo por el laboratorio es bastante habitual o que dentro del propio tanque metan un brazo dentro de una cañería y te inunden el laboratorio”, indicó
“Si no les gusta la persona que tiene delante, bien por ser demasiado grande o por no llevar el peinado adecuado, le envían chorros de agua como si fuesen francotiradores”, concluyó Roura con una sonrisa.