19 de septiembre, un sismo vuelve a abrir las cicatrices en la Ciudad de México

Miles de personas caminaban sobre la popular avenida Insurgentes de la capital mexicana. Algunos habían transitado durante más de tres horas, ya no tienen miedo, la incertidumbre es el sentimiento que los invade, algunos desconocen el estado de sus familiares y amigos después del sismo de 7.1 grados Richter que sacudió la Ciudad de México la tarde de ayer.

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En el camino hay vidrios rotos, fracturas en los edificios y derrumbes, son presagio de la gravedad de las afectaciones. Los comercios han bajado las cortinas y con ello la esperanza de escuchar las noticias, de ver en las pantallas la devastación, lo único que se puede hacer es caminar.

De nada sirven los celulares, no hay señal. Tampoco hay taxis, ni camiones, sólo rumores: “Cerca de mi casa hay un edificio derrumbado”, “se cayó una escuela”, “los trabajadores de un edificio se quedaron atrapados”.

El Metrobús se detuvo, al igual que el reloj de una casa de empeño a las 13:14 horas. Paso a paso las afectaciones son evidentes y la tensión aumenta. El silencio invade las calles; quedó atrás el simulacro, las risas y las selfies, esta vez es real.

Oficinistas, trabajadores y estudiantes avanzan; viejos y jóvenes quieren llegar a casa y encontrar a los suyos; sus estertores se interrumpen con el paso de una ambulancia, se dirige a la calle de Concepción Beistegui en la colonia Del Valle, ahí se derrumbó un edificio de cuatro pisos.

Las imágenes, por desgracia, no son nuevas, la Del Valle fue víctima de la destrucción del 85 y hoy de nuevo la emergencia se vuelve a apoderar de sus calles y de sus habitantes.

La escena se repite en las colonias Condesa, Tránsito, Coapa, Roma; los actos de heroísmo también son frecuentes, como Carlos Ramírez que utilizó su motocicleta para llevar y traer a personas rumbo a una escuela para encontrarse con sus hijos.

Roberto Hernández utilizó un chaleco que le ofreció la empresa en la que labora para “hacer tránsito” y liberar las calles para que pudieran avanzar los automóviles a la altura del deprimido de Mixcoac.

Otra vez septiembre, otra vez el 19; aún quedan cicatrices del terremoto de 1985 y se encuentran abiertas y frescas las heridas del terremoto del 7 de septiembre; hoy de nuevo la tierra se movió y ha dejado más de cien muertos en el país.