Uno de los nombres de los 62,594 fallecidos oficiales es el de Rodolfo Pardo, quien se fue a los 81 años dejando una de las tantísimas historias que ilustran el paso de la COVID-19 por México.
Su nieta Flor cuenta a Efe que cuando enfermó el 14 de mayo, la familia dudó si llevarlo a un hospital público por miedo a la "saturación" y a la falta de equipo en los centros médicos, pero finalmente lo internaron.