El suceso, que no dejó ningún herido ni daño material, tuvo lugar en medio de la crisis que afecta a Boeing a raíz de los accidentes causados por dos de sus modelos 737 Max, uno en Etiopía en marzo -en el que murieron 157 personas- y otro en Indonesia el pasado octubre, en el que fallecieron 189.
El Boeing 787 de Jetstar Airways procedente de la ciudad australiana de Cairns perdió súbitamente potencia en sus dos reactores cuando descendía para aterrizar en el aeropuerto internacional de Kansai (oeste de Japón) el pasado 29 de marzo, según un comunicado el ministerio de Transporte difundido hoy por medios locales.
El piloto consiguió corregir la pérdida de potencia y tocar tierra de forma segura sin solicitar un aterrizaje de emergencia, explicó el ministerio en su nota, donde también afirmó que ese fallo "podría haber causado un accidente grave".
Las autoridades niponas están inspeccionando el avión para tratar de hallar el origen del fallo en los motores, al que también se sumaron disfunciones en los instrumentos de medición.
A raíz de los antes citados accidentes aéreos, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países han suspendido vuelos de aviones Boeing 737 Max y cancelado sus pedidos de estos y otros modelos de la firma estadounidense, el mayor fabricante aeronáutico mundial.
Aunque no se conocen todavía las causas de los siniestros, las investigaciones apuntan a que podrían deberse a fallos en un software diseñado para mejorar la seguridad en la fase de ascenso de los aparatos o en los sensores que activan ese mecanismo.