La aventura de visitar la Antártida en un crucero desde la mágica Ushuaia

En el fin del mundo, Ushuaia esconde mágicos parajes de mar, hielo y montaña y míticas historias de presos y naufragios. Pero esta ciudad de la Tierra del Fuego argentina es también el punto de partida de la mayoría de cruceros que viajan a la Antártida, que cada verano austral ayudan a miles de turistas a cumplir su sueño de pisar el continente blanco.

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Fotografía cedida por el Instituto Fueguino de Turismo (Infuetur) en la que se ve a una persona fotografiando pingüinos durante un viaje a la Antártida. EFE/Infuetur

Cinco ciudades del planeta son consideradas "puerta de entrada a la Antártida", aunque los solo 1,000 kilómetros que la separan de Ushuaia hacen de esta la más cercana de todas. Según datos de las autoridades argentinas, su puerto concentra más del 90 % del tránsito turístico antártico mundial y cada temporada estival, de noviembre a marzo, visitantes de todo el mundo embarcan rumbo a la aventura.

"El itinerario clásico es de 10 o 12 días, depende de la empresa, porque toma un día y medio de navegación a la ida y otro día y medio a la vuelta, y luego son desembarcos por la península antártica en diferentes locaciones para el avistaje de la fauna que habita en la Antártida", cuenta a Efe Andrea Barrio, secretaria de política externa del Instituto Fueguino de Turismo (Infuetur).

Este organismo es el encargado de dirigir las políticas turísticas de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, de la que depende el sector antártico cuya soberanía reclama Argentina.

"LA NADA MISMA"

Para llegar, y tras dejar el puerto de Ushuaia, en el canal de Beagle, los cruceros -transporte más habitual que la opción aérea-, con variados recorridos y duración dependiendo de la empresa, deben atravesar el Pasaje de Drake, aguas consideradas por muchos las más peligrosas del mundo.

Ya en su destino, los turistas se enfrentan a la inmensidad de lo desconocido, adentrándose en los puntos más interesantes de la península antártica, tanto durante las travesías como en los desembarcos que, para preservar el entorno, solo pueden realizar quienes viajan en buques de no más de 500 plazas.

"Los barcos de menos de 500 pasajeros hacen desembarcos en botes de goma hacia la costa. Todo muy controlado, siempre con un jefe de expedición, con personal científico o especializado a bordo y con circuitos indicados", explica Barrio, convencida de que este viaje es una experiencia en la que "es uno y la nada misma" con la naturaleza "a tu servicio".

Muchas de las paradas son en pequeñas islas, hogar de gran diversidad de aves, con los pingüinos como estrellas. Uno de los destinos más conocidos es la Isla Decepción, que no decepciona, con aguas termales en las que incluso uno puede bañarse. Pero también hay visitas a bases científicas.

Argentina tiene hoy seis bases permanentes y siete temporales, con personal militar y civil que hace trabajos científicos y ambientales.

Este 22 de febrero, como cada año, se conmemorará el "Día de la Antártida Argentina", en recuerdo a esa fecha de 1904, cuando el país inauguró un observatorio meteorológico que dio inicio a la presencia ininterrumpida más prolongada de un Estado en el continente.

UN PLAN EXCLUSIVO

Fue en 1958 cuando un buque de la Armada argentina transportó por primera vez a turistas a la Antártida, poco antes de que el Tratado Antártico, en vigor desde 1961, regulara las actividades de la comunidad internacional en ese inhóspito territorio, entre ellas el turismo.

Con el paso del tiempo, varias empresas se lanzaron al reto y ya en los 90 -cuando se fundó la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida- llegó el "boom": "y desde ahí un crecimiento sostenido que hoy duplica la cantidad de viajes y pasajeros", advierte Barrio.

Ushuaia anotó récord de cruceros en la temporada 2019-2020, con 335 viajes, y tras el parón en 2021 por la covid-19, este verano se reactivó el servicio y se proyectaron unos 220, pero serán menos porque muchos fueron suspendidos por complicaciones por la pandemia.

Un plan que no es apto para todos los bolsillos: "Es un tanto costoso, eso es lo que le da la exclusividad, y además el límite en la cantidad de viajes que se pueden hacer a lo largo de la temporada", señala la experta, que remarca la existencia de ofertas de último momento comprando pasajes directamente en el puerto de Ushuaia, más baratos -en torno a 7,000 dólares, según indica- que los adquiridos con anticipación desde los países de origen.

La secretaria de política externa del Infuetur, que anima a rentabilizar el viaje conociendo otros lugares de Argentina -Ushuaia está a 3,000 kilómetros de Buenos Aires-, señala que el turista promedio tiene "50 años para arriba", aunque también está el "viajero aventurero" del 'last minute'. Los estadounidenses son los principales visitantes (un 30 %), seguidos por europeos o chinos.