Brasil enfrenta realidad político-económica tras apoteosis olímpica

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, que se temían fueran un desastre organizativo, concluyeron la víspera con Brasil ilusionado por el éxito y las preseas obtenidas en futbol y voleibol, pero la crisis política-económica que azota al país emergerá con la fase decisiva del juicio a Dilma Rousseff.

La prensa brasileña, la mayoría de la población y la clase política festejaban este lunes la organización de unos Juegos que, si bien no han sido los mejores, sí se celebraron en condiciones aceptables de organización.

Los metales de oro olímpicos logrados en futbol –el primero en la laureada historia de este deporte en Brasil- y voleibol masculinos en el último tramo de los Juegos sacaron a los brasileños a las calles para festejar, orgullosos, los logros deportivos de un país que escaló hasta el lugar 13 del medallero.

Sin embargo, la resaca amenaza con ser muy dura, ya que el jueves vuelve la “novela” del juicio político a la suspendida presidenta Dilma Rousseff y la semana próxima el “impeachment” llega a su punto final: el de votar si la mandataria es depuesta definitivamente o vuelve al poder.

Tres meses y medio después de ser suspendida por la votación en la Cámara Baja, el juicio político llegará a la fase crucial en el Senado.

Los 81 senadores votarán en una sesión maratoniana, que debe iniciar el 25 y terminar el 31, si Rousseff vuelve al poder o pierde su mandato definitivamente.

Son necesarios los votos de 54 de los 81 senadores para que Rousseff sea depuesta, una cantidad que actualmente todos los analistas dan como segura, por lo que el presidente en ejercicio Michel Temer –acusado de “traidor” por la izquierda- ya prepara una serie de visitas a China, India y Estados Unidos para reforzar su imagen.

Pero en la agenda política brasileña también sigue latente la imprevisible Operación Lava Jato, sobre la corrupción en la estatal Petrobras, y en las próximas semanas debe conocerse el contenido de las declaraciones de empresarios juzgados que aceptaron contar todo cuanto saben de la trama a cambio de una remisión de sus penas.

Un asunto de alto riesgo, porque podría afectar de nuevo al Partido de los Trabajadores (PT) del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, pero también al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Temer, lo que generaría más inestabilidad.

La economía, en medio de una recesión histórica, sigue sin dar signos de reactivación, mientras los mercados –que sí han dado un voto de confianza al nuevo gobierno- aún aguardan las medidas de contención de gasto y equilibrio fiscal prometidas por Temer.

 

Fuente: Notimex