Estados Unidos y Francia intentan ganar influencia en el Pacífico ante el auge de China

Estados Unidos y Francia han mostrado esta semana su voluntad de ganar influencia en la región del Pacífico Sur y contrarrestar la creciente presencia de China con las visitas a la zona del presidente francés, Emmanuel Macron, y de los secretarios estadounidenses de Estado, Antony Blinken, y de Defensa, Lloyd Austin.

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Soldados chinos en formación; la expansión política, económica y también militar de Pekín en el Indopacífico preocupa a las potencias occidentales. EFE/DIEGO AZUBEL

Blinken, que este sábado concluye junto a Austin en Australia su gira por la región, fue el primero en llegar a la zona al inaugurar la nueva embajada estadounidense en Nuku'alofa, la capital del país polinesio de Tonga, devastado en 2020 por un volcán y un tsunami.

El jefe de la diplomacia estadounidense mostró que esta región se ha convertido en prioritaria para su país ante la influencia creciente de China, a la que acusó de tener un comportamiento "problemático" en el Indopacífico, aunque expresó también su deseo de "trabajar bien" con su homólogo chino, Wang Yi.

En los últimos meses, Estados Unidos ha cortejado a varias naciones insulares de la otrora olvidada región del Pacífico Sur, sobre todo a raíz del pacto de seguridad sellado entre China e Islas Salomón en abril de 2022 y las pretensiones posteriores de Pekín de firmar un acuerdo multilateral con una decena de países.

La Administración de Estados Unidos se ha propuesto estrechar la relación con las islas del Pacífico a fin de contrarrestar la influencia económica y en seguridad de China, con decisiones como la reapertura el pasado febrero de su Embajada en las Islas Salomón después de tres décadas de ausencia diplomática.

Austin, por su parte, protagonizó el miércoles la primera visita de un jefe del Pentágono a Papúa Nueva Guinea, donde destacó "el progreso histórico" en la relación entre ambos países y mostró su deseo de avanzar en la cooperación en defensa.

Su viaje sucede a la firma de un pacto de seguridad bilateral el pasado mayo, por el que el Ejército de Estados Unidos tendrá acceso a puertos y aeropuertos de Papúa Nueva Guinea, según se supo al ser este presentado el pasado mes en el Parlamento de Papúa Nueva Guinea.

Papúa Nueva Guinea, una empobrecida nación de cerca de diez millones de habitantes en el Pacífico Sur rica en recursos naturales, incluidas grandes reservas de gas, se ha convertido en un solicitado destino en los últimos meses, en medio del pulso entre China y EE.UU. y sus socios por aumentar influencia en la zona.

Tras Austin, fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien visitó el país el viernes, dentro de una gira por el Pacífico Sur en la que ha tratado de mantener la autonomía de Francia ante el empuje de las superpotencias de EE.UU. y China.

El mandatario francés aseguró que su objetivo "no es entrar en competición con China y EE.UU." sino "ofrecer un camino en la región que permita un Indopacífico libre, abierto y en paz" para lo que destacó dos pilares de Francia: "clima y seguridad estratégica y militar".

Macron defendió la autonomía de Francia para presentarse como alternativa a Pekín y Washington en el Pacífico Sur, donde reiteró la presencia de 1,5 millones de sus ciudadanos en siete territorios de ultramar como Nueva Caledonia (la primera parada de su gira esta semana), Tahití o Reunión.

Su mensaje en Papúa fue similar al expresado la víspera en Vanuatu, donde, sin citar a ninguna potencia, afirmó que el "nuevo imperialismo" en el Pacífico socava la soberanía de sus estados insulares.

La estrategia francesa en el Indopacífico cobró un mayor impulso después de que Australia firmara en 2021 el pacto de seguridad AUKUS con Estados Unidos y Reino Unido para reforzar su presencia en esta región, que incluye la adquisición y desarrollo de submarinos nucleares por parte del país oceánico en detrimento de los submarinos ya acordados con Francia.

A raíz de este acuerdo, las relaciones de París y Camberra se tensaron durante unos meses a raíz de la cancelación del contrato de unos 55,000 millones de euros con un consorcio liderado por la compañía estatal francesa Naval Group para la construcción de una docena de submarinos convencionales.