Rigoberta Menchú, primer testigo en juicio por quema de embajada de España

La Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú fue la primera testigo en declarar hoy en la apertura del juicio por la quema de la embajada de España en Guatemala, en 1980, en la que 37 personas murieron calcinadas tras un violento intento de desalojo por la policía.

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En la imagen, la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú.

"Estoy aquí porque tengo una esperanza en la justicia; sólo quiero justicia y la verdad", declaró entre lágrimas Menchú, quien también participa en el proceso como querellante adhesiva.

"Quiero que las 37 víctimas descansen en paz y sus familiares tengamos la paz de la verdad", añadió en el primer día del debate que se cumplió en la Sala de Vistas de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) en Ciudad de Guatemala y al cual asistió el embajador de España en Guatemala, Manuel Lejarreta.

La Premio Nobel explicó que en el hecho murió su padre Vicente Menchú, junto a otras 36 personas. También dio cuenta de que su madre, Juana, y dos de sus hermanos murieron durante las matanzas que el Ejército guatemalteco dirigió contra poblados en Quiché (norte de Guatemala) como parte de su acción armada contrainsurgente.

Estos hechos fueron los que dieron lugar a que campesinos y estudiantes decidieran hacer una toma pacífica de la sede diplomática española a fin de pedir el cese de las matanzas y denunciar lo ocurrido, explicó la dirigente indígena.

El juicio, a cargo del Tribunal B de Mayor Riesgo que preside la jueza Irma Valdez, está centrado en Pedro García, ex jefe de un temido cuerpo policíaco que existía durante los regímenes militares de la época.

García, de 69 años, ya guarda prisión pues fue detenido y condenado a 70 años de cárcel en 2012 por la desaparición forzada y posterior asesinato de un estudiante universitario, una de las incontables víctimas que se atribuyen al cuerpo policíaco bajo su cargo.

El acusado se abstuvo de declarar y se limitó a expresar: "Ante Dios, soy inocente, soy inocente, soy inocente".

Menchú comentó que después de esta tragedia debió marchar al exilio y se radicó en México, de donde retornó en 1988, tras el restablecimiento de la democracia en 1986.

Por su parte, España expresó hoy su satisfacción por el inicio del juicio a pesar de que pasaron ya 34 años. "El gobierno de España seguirá con interés el juicio por la quema de la Embajada de España en Guatemala", señaló un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, fechado en Madrid y dado a conocer en Guatemala por la embajada española.

"Aquellos lamentables y condenables hechos en los que fallecieron 37 personas, nacionales de ambos países, incluyendo 7 funcionarios y empleados públicos de la propia Embajada, constituyeron, además, una flagrante violación de la inmunidad diplomática de la representación española en Guatemala", señala la declaración.

"El gobierno español muestra su satisfacción, aunque haya transcurrido tanto tiempo desde que los hechos ocurrieron, por que la justicia guatemalteca esté juzgando aquellos hechos, confía en que pueda esclarecerse lo sucedido, condenarse a los eventuales culpables que hayan sido procesados, se dignifique la memoria de los fallecidos y se repare a las víctimas y a sus familiares", añade.

La fiscal Hilda Pineda expresó ante el tribunal que probará que García recibió órdenes superiores para que ninguno de los estudiantes y campesinos que ocuparon la embajada saliera con vida y ordenó a las fuerzas de seguridad ingresar pese a que el entonces embajador español, Máximo Cajal y López, único sobreviviente, le pidió permitir la salida de los ocupantes.

El abogado defensor, Moisés Galindo, declaró que García es juzgado porque las autoridades de entonces ya murieron. Citó al entonces presidente de Guatemala, general Romeo Lucas (1978-82); el director de la Policía Nacional, coronel German Chupina; y el jefe de la también temida Policía Judicial, Manuel de Jesús Valiente, todos ya fallecidos. También citó al entonces ministro de Gobernación, Donaldo Álvarez, desaparecido y prófugo de la justicia.

La quema de la embajada española en la capital guatemalteca ocurrió el 31 de enero de 1980, cuando la policía ingresó a la sede diplomática que habían ocupado campesinos y estudiantes para denunciar las matanzas en el campo a manos del Ejército en el marco del conflicto armado interno (1960-96).

En ese año, Guatemala era presidida por Lucas y las fuerzas de seguridad estaban a cargo del ministro Donaldo Álvarez, de quien nunca se supo tras huir de Guatemala luego de un golpe de Estado contra Lucas en 1982. (DPA)