"Apoyamos a Ucrania contra el agresor", afirmó Scholz, en un mensaje televisado en ocasión del 77 aniversario de la Capitulación, firmada la noche del 8 al 9 de mayo de 1945. Ucrania necesita "la máxima solidaridad", continuó, para advertir que "el miedo no debe paralizarnos".
Alemania no adoptará "decisiones en solitario", afirmó, sino que toda decisión será adoptada "en acuerdo estrecho con nuestros aliados europeos y transatlánticos"; y la capacidad defensiva del país no quedará mermada, sino reforzada, añadió, en alusión a los 100,000 millones de euros acordados por su Gobierno para poner al día a su Ejército.
"La lección del 8 de mayo es que no debe haber otra guerra mundial. Mucho menos entre potencias nucleares", aseveró, en un mensaje en que pronunció hasta cuatro veces el "Nie wieder" -"nunca más"-, a la guerra, al genocidio ni a la dictadura y que terminó con esa misma frase, a modo de "legado" del aniversario.
Con su mensaje a sus compatriotas dejó claro Scholz que éste no era un aniversario más de la Capitulación del Tercer Reich. Europa vuelve a estar en guerra, esta vez entre dos países que en la II Guerra combatieron juntos al nazismo, recordó.
DEL SUEÑO DE LA PAZ A LA PESADILLA EUROPA
El mensaje del canciller estuvo precedido por un discurso del presidente del país, Frank Walter Steinmeier, que acusó a Putin de haber roto la paz europea para implantar "la pesadilla" de una "guerra brutal e ilegítima", desde su posición de "potencia atómica".
"El sueño de una casa común europea y en paz se rompió", afirmó Steinmeier en un acto de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) y en un aniversario que, efectivamente, no podía ser como anteriores conmemoraciones, ya que la Ucrania actual pesaba sobre cualquier recuerdo.
Por su parte, la presidenta del Parlamento (Bundestag), la asimismo socialdemócrata Bärbel Bas, viajó a Kiev en su calidad de segunda máxima representante del país -tras Steinmeier-.
Bas se convirtió así en la primera figura de alto rango del país que visitaba Ucrania desde el inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero pasado. Su viaje siguió a la conversación mantenida el pasado jueves entre Steinmeier y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, tras semanas de tensiones entre Berlín y Kiev.
El punto álgido de esos disensos fue el desaire al presidente alemán, quien vio frustrado su propósito de viajar con sus homológos polaco y bálticos a Kiev, al serle trasladado que no era bienvenido ahí. La afrenta diplomática se produjo en abril, pero la tormenta bilateral viene de mucho antes.
A Steinmeier se le identifica con la línea tibia -o hasta cómplice, para Kiev- frente a Moscú mantenida por sucesivos gobiernos alemanes. Fue ministro de la Cancillería bajo su correligionario, el socialdemócrata Gerhard Schröder, y luego titular de Exteriores durante dos legislaturas de la conservadora Angela Merkel.
TENSIÓN ANTE LOS MONUMENTOS AL EJERCITO ROJO
Junto a los actos oficiales, había hasta 50 convocatorias coincidiendo con el aniversario entre el domingo y el lunes, en que se esperan marchas organizadas por grupos prorrusos y ultraderechistas.
Uno de los puntos de concentración habituales en todo 8 de mayo es el monumento al ejército soviético del Tiergarten, en las inmediaciones de la Puerta de Brandeburgo, así como el parque de Treptow, en el antiguo sector comunista, donde se rinde homenaje a los 80,000 soldados soviéticos caídos en la batalla de Berlín, unos 7,000 de los cuales están enterrados en ese lugar.
La policía berlinesa había prohibido en unos quince puntos de la capital la exhibición de banderas rusas y ucranianas para evitar confrontaciones. El embajador ucraniano, Andrij Melnyk, quien prácticamente a diario critica en público a Scholz, fue recibido entre abucheos al acudir al monumento del Tiergarten para depositar una corona de flores a los caídos ucranianos.
Para el lunes se ha preparado un dispositivo policial especial, ya que se ha anunciado una marcha desde los dos tanques "T.34" del monumento del Tiergarten a la imponente estatua de Treptow, de 30 metros de alto, de un soldado soviético aplastando con su espada una cruz gamada.
La Capitulación se firmó por parte de Alemania la noche del 8 al 9 de mayo, en Karlshorst, en las afueras de Berlín. El 30 de abril, Adolf Hitler se había suicidado en su búnker y dos días después un soldado del ejército soviético, el primero entre los aliados que entró en la capital, colgó su bandera sobre el Reichstag.