“Nos encontramos con una exposición que, más que visitar, hay que habitar”, ha dicho esta mañana durante la presentación Manuel Borja-Villel, director del museo y también comisario de la muestra que acoge el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro.
La exposición conformada por más de quinientas piezas, recorre la trayectoria de la artista argentina de origen suizo Vivian Suter (Buenos Aires, 1949), y muestra al espectador desde obras en papel realizadas en los años 80 hasta trabajos hechos sobre telas en los últimos meses, ambos adaptados a la arquitectura del espacio conformando “un ecosistema”.
“Estamos ante una exposición que cuestiona muchas cosas, cómo se hacen las obras y también como se muestran”, ha desgranado el comisario sobre la instalación, que Suter ha concebido como una construcción de un clima envolvente para el visitante y que complementa la propia obra.
“La idea que ofrezco con esta exposición es que los espectadores puedan caminar por dentro y sentirse parte de una especie de bosque”, ha dicho Suter durante la presentación haciendo referencia a la distribución de las obras, que como ha especificado el comisario “no se colocan por colores, temas o formas, sino que se presentan entrelazadas”, adaptándose al espacio que habitan.
Lienzos y telas se colocan en ocasiones sobreponiéndose en la nave central, creando una especie de “escultura textil” en la que, aunque cada obra tiene su propia autonomía, mantiene además una conexión con el resto de las piezas. La nave de la izquierda, alberga producciones de la primera época de creación de la artista en los años ochenta, y la derecha muestra algunos trabajos intervenidos por la propia naturaleza.
“Aunque las obras tienen mucho de vida no hay una imposición sobre el lienzo, sino una forma de reflejar y tratar con la naturaleza, que es sujeto y objeto”, ha apostillado el director sobre esta forma de crear que “va más allá del arte”, por medio de la cual en algunos lienzos puede observarse la intervención de algunos elementos naturales.
En lienzos sin bastidor, la obra de Suter habla de un “intercambio con el entorno cultural” entre la cultura occidental y la guatemalteca, aproximándose a la improvisación y con los motivos de la naturaleza como fuente de inspiración y como propios actores de la obra. “Muchas de estas obras han estado expuestas en el exterior del estudio, donde han percibido el viento o la humedad”.
Huellas de perros, hojas de árboles o manchas de barro evocan la experiencia sensorial y climática que la artista busca transmitir con su obra, centrada en estos motivos desde la inundación de su estudio tras vivir fuertes tormentas tropicales desde el año 2005 en Panajachel (Guatemala), donde vive y trabaja desde los años ochenta.
Su obra evoluciona de forma paralela a instalarse en esta zona a través de pinturas coloristas que simbolizan el paisaje tropical que rodea su estudio, que en obras sin bastidores suspendidas en cables invitan al espectador a ser parte del universo de la argentina, donde la naturaleza salvaje es musa y también artista a través de piezas coloristas impregnadas por el clima natural del entorno.