La Tate Modern expone el surrealismo como un movimiento de lucha global

Con presencia en El Cairo, Praga, Belgrado o Ciudad de México, el surrealismo es mucho más que sus orígenes en París en 1924, pues durante el siglo pasado se extendió por el mundo de la mano de disidentes y revolucionarios que recurrieron a esa visión onírica del arte para expresar sus ansias de libertad.

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Vista de la obra" Los blasones mágicos del vuelo tropical (1947)", de Eugenio Granell, que forma parte de la exposición "Surrealism: Beyond Borders". EFE/ Colección Fundación Eugenio Granell, Santiago de Compostela (c). DACS, 2021/

Esta es la premisa de "Surrealism: Beyond Borders", una nueva muestra de la Tate Modern de Londres que, desde el próximo jueves hasta el 29 de agosto, explora por primera vez la idea de un movimiento surrealista más allá de las fronteras europeas y su papel en la lucha global contra las convenciones y el poder establecido.

Junto a obras famosas como el teléfono con auricular de langosta de Salvador Dalí, el tren atravesando una chimenea de René Magritte, el homenaje al Mayo del 68 de Joan Miró o las Tres Bailarinas de Pablo Picasso, se exhiben otras menos conocidas de unos 150 artistas de 60 países, de República Dominicana a Cuba o Colombia, entre los años 20 y 70 del siglo XX.

La exposición pretende descubrir piezas de la colección de la Tate y, "en línea con la tendencia de la historia del arte actual, ir más allá del canon occidental de América del Norte y Europa" y ofrecer perspectivas internacionales, dice a Efe la directora del museo a orillas del Támesis, Frances Morris.

"París fue la chispa del surrealismo a principios de la década de 1920, pero luego hubo conflagraciones en todo el mundo, desde el Lejano Oriente hasta América Latina. La idea de esta muestra es observar la evolución de la red surrealista a través del tiempo", explica.

Poesía, fotografía, pintura, cine o escultura son algunos de los medios empleados por los artistas inspirados en el Manifiesto del Surrealismo de André Breton e Yvan Goll, con obras que van de lo ingenioso a lo conmovedor o siniestro, a menudo condenando lacras como el fascismo, el racismo o el colonialismo.

"Lo que las une es una sensación de liberación y de empujar los límites de la convención, ya sean de la política o culturales", declara Morris.

REVOLUCIONARIOS ESPAÑOLES Y LATINOAMERICANOS

Un papel destacado se reserva a creadores latinoamericanos y a los exiliados españoles de la Guerra Civil, entre ellos el republicano trotskista Eugenio Granell, que a su paso por la República Dominicana, Guatemala y Puerto Rico encabezó una corriente libertaria junto a colegas como Carlos Mérida y Luis Cardoza y Aragón.

Entre las obras apenas vistas en público figuran las sensuales fotos de Cecilia Porras y Enrique Grau, que desafiaron el conservadurismo social de la Colombia de los pasados años 50, así como tres lienzos de la española Remedios Varo, que formó parte de la comunidad artística mexicana forjada en gran medida por mujeres, de María Izquierdo a Frida Kahlo.

"Varo estuvo en el centro de esta poderosa confluencia de surrealismo y feminismo", observa Morris. Su trío de óleos, reunidos por primera vez en 60 años, "es una exploración del catolicismo y de la fantasía de la sexualidad y la arquitectura, con una extraordinaria apariencia onírica", señala.

Otra de las obras centrales de la exposición es "Long Distance 1976-2005", un proyecto del surrealista nómada estadounidense Ted Joans, en el que 132 artistas completaron durante tres décadas un dibujo en más de 9 metros de papel, expuesto ahora en una vitrina.

Sobre la variedad de formas, divertidas, evocadoras o terroríficas, que adopta el surrealismo, Morris comenta que "romper los límites es difícil y puede ser muy traumático".

Así, en los sueños de los surrealistas, puede haber "una maravillosa oscilación entre cosas hipnóticas absorbentes increíblemente hermosas y otras que realmente perturban y reflejan un siglo de trauma", manifiesta.