La Tate Modern sale del confinamiento con un paseo por la obra de Rodin

El museo Tate Modern de Londres reabrirá sus puertas la semana que viene, tras el confinamiento por la covid-19, con una exposición que ahonda en el proceso creativo detrás de las estatuas con las que Rodin hizo añicos los cánones de la escultura clásica.

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Si bien sus obras más célebres son de mármol o bronce, Auguste Rodin (1840-1917) brilló en su carrera como moldeador, capturando luces, movimientos y volúmenes en piezas que tomaron forma primero en barro, y después, en yeso.

Esta labor experimental, de la que nacieron esculturas como "El pensador", "El beso" o "Los burgueses de Calais", centra ahora "The making of Rodin" ("La creación de Rodin"), con más de 200 obras que han viajado a Londres cedidas por el Museo Rodin de París.

La muestra, que estará abierta del 18 de mayo al 31 de octubre, recrea la atmósfera del parisino Pavillon de l'Alma, donde Rodin organizó una exposición en 1900 con modelos en yeso de estatuas como "Monumento a Balzac" y "La voz interior" -exhibidas ahora en la Tate Modern- y decenas de extremidades de esculturas que fueron presentadas como trabajos acabados.

Más de sesenta de estos pies, manos, cabezas y brazos de yeso con los que el escultor daba vida a sus estatuas se exponen ahora por primera vez para invitar al público a descubrir las "historias poco conocidas" que esconden, señala a Efe Helen O'Malley, comisaria auxiliar de la muestra.

Otra de las joyas de la exposición es el modelo en yeso de "Los burgueses de Calais", restaurado para la ocasión, que ofrece una visión alternativa de la obra a los londinenses, acostumbrados a admirarla en bronce en el exterior del Parlamento de Westminster.

Además de figuras en yeso de otras reconocidas estatuas como "El pensador" o "Las tres sombras", la exposición promete "nuevos descubrimientos" de la mano de una serie de doce acuarelas reunidas por primera vez o la veintena de máscaras de la actriz y bailarina japonesa Ohta Hisa, muy preciadas por el artista.

"A menudo da la sensación de que Rodin trabajaba aislado con un trozo de mármol, pero lo cierto es que en su estudio había unos 20 o 30 asistentes que lo acompañaban en todo momento", explica O'Malley, que destaca el papel que jugaron estas relaciones en el éxito del escultor.

La exposición, testigo de la impronta del artista francés a lo largo del siglo XX, aspira a cautivar al público con las interioridades de un proceso creativo que permitió a Rodin derribar los ideales clásicos de belleza para abrazar la complejidad e incertidumbre de la época.