Pena y resignación ante el derribo de la icónica estación tokiota de Harajuku

El anuncio de la demolición en 2020 de la estación de tren de Harajuku de Tokio ha sido recibida con estupor, pena y resignación por los japoneses, conscientes de la necesidad de acondicionar la casi centenaria terminal de madera, pero reacios a desprenderse de un edificio tan emblemático de la capital.

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"Es una pena que vayan a demolerla, esta estación es Historia. Es un desperdicio", dice a Efe Yukio Shibahara, de 72 años, que cuestiona la decisión de las autoridades locales de echar abajo la estructura para sustituirla.

UNA ESTACIÓN CASI CENTENARIA

La terminal de Harajuku fue inaugurada el 30 de octubre de 1906, aunque la estructura actual, construida en madera y con un estilo arquitectónico occidental a imitación del Tudor, data de 1924.

Su pintoresco aspecto parece fuera de lugar en el Tokio de los rascacielos acristalados y los neones, pero se ha ganado un hueco en el corazón de los japoneses y erigido en símbolo del área, destino frecuente de turistas de dentro y fuera del país que no dejan que la estación escape a los objetivos de sus cámaras y móviles.

El cierre de esta infraestructura, parada de la línea Yamanote operada por la compañía pública JR East, fue originalmente anunciado en 2016, pero el destino de la emblemática construcción quedó en el aire durante varios años mientras se debatía qué hacer con ella.

La decisión final se dio a conocer a finales de noviembre, cuando la compañía ferroviaria anunció en un comunicado que el edificio actual será desmantelado tras los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020, que concluirán el 6 de septiembre. La empresa dice que los materiales usados no cumplen las normas de prevención de incendios.

ICONO DE HARAJUKU

"Sin la estación, Harajuku no será Harajuku, se sentirá totalmente distinto, extraño. Harajuku es su moda y también la estación", opina Shinta Tawata, de 17 años. El joven, que caminaba despreocupadamente con un amigo por el área acaba de enterarse de que será demolida.

Varios transeúntes más reaccionan con estupor al enterarse de la próxima demolición o con resignación. "Es una pena", dicen unos mientras su mirada va de los ojos de su interlocutora al edificio. "Tendrá que ser así", contestan otros. La decisión ya está tomada.

"Me produce mucha tristeza que desaparezca la estación. La primera vez que vine a Harajuku tenía 15 años y venía desde Shizuoka", a unos 200 km al sudoeste de Tokio, explica Miho Kaneko, de 57 años.

En aquellos años de instituto la edificación dejó una gran impresión en ella. "La echaré de menos. Es una pena, por eso pensé que sería buena idea venir a hacerle una foto" antes de que desaparezca, dice.

La instalación de Harajuku tiene una ubicación privilegiada que la convierte en una de las peores estaciones de la capital japonesa en las que verse atrapado por la congestión de visitantes.

La terminal tiene una salida frente a la popular calle Takeshita, referente de su propia y extravagante moda y sus tiendas de crepes, y también cuenta con muy buen acceso al exclusivo barrio comercial de Omotesando, al parque Yoyogi y al santuario Meiji Jingu.

Todas son zonas muy turísticas que dan como resultado agobiantes embotellamientos en la estación, sobre todo los fines de semana y en festividades como el Año Nuevo, un problema al que se quería dar salida con la construcción de una nueva instalación más amplia.

ACABAR CON LA CONGESTIÓN DE PASAJEROS

Según cifras de JR East, una media de 75,341 personas transitaron al día por la terminal de Harajuku en 2018, convirtiéndola en la número 62 de sus 100 estaciones con más afluencia del archipiélago.

La cifra puede parecer una nimiedad comparada con los casi 790,000 usuarios diarios de la estación de JR de Shinjuku (si se suman los usuarios del metro y otras líneas privadas la cifra supera los 3 millones y medio), pero sus superficies no tienen nada que ver.

La terminal de Shunjuku tiene decenas de miles de metros cuadrados en planta (sin contar sus varios pisos y túneles), alberga 10 líneas (cinco de JR, una de metro y cuatro de operadores privados) y tiene más de 200 salidas repartidas entre sus cuatro accesos principales.

En Harajuku sólo para una línea, tiene unos 900 metros cuadrados transitables, andenes estrechos y dos salidas permanentes y una temporal, que sólo abre para hacer frente al aluvión de visitas que recibe el santuario de Meiji Jingu en Fin de Año y Año Nuevo.

Solucionar este problema era necesario, pero gente como Shibahara opina que en vez de demoler el viejo edificio podría haberse trasladado tanto por su valor histórico como cultural.

UNA NUEVA ESTACIÓN ADJUNTA

Las obras de una nueva estación más moderna y de mayor tamaño, cuya fachada acristalada ya puede verse junto a la antigua terminal, empezaron en septiembre de 2016 y están prácticamente terminadas.

Sus operaciones empezarán el 21 de marzo de 2020 y la antigua estación pasará a ser un mero ornamento del paisaje hasta después de los Juegos, para que los visitantes puedan echarle una última foto.

La idea original era conservar lo que se pudiera de la instalación o construir una estructura similar que respetara su diseño, pero las imágenes generadas por ordenador presentadas junto al anuncio de la demolición muestran un estilo arquitectónico más moderno, con una fachada cubierta de enredaderas y acorde a edificios actuales.