Solo obras del siglo XXI, el requisito para exhibir en el Pompidou belga

El nuevo museo de arte contemporáneo Kanal Pompidou de Bruselas presentó este jueves la primera remesa de 38 obras que formarán parte de su colección, todas ellas creadas durante el siglo XXI, ya que esta es, de momento, una condición indispensable para poder exhibir allí.

73985c3d30c077a602e2839a846a41f77fd5a305miniw.jpg

Una de las 38 obras que se encuentran en una nave industrial de Zaventem y que formarán parte de parte del nuevo museo de arte contemporáneo Kanal Pompidou en Bruselas. EFE/ Fernando Ginel

En declaraciones a Efe, la máxima responsable de seleccionar las piezas que se expondrán en el centro, Jennifer Beauloye, declaró que su objetivo es convertir al Kanal Pompidou en "una institución anclada en el presente" y que pueda "ofrecer algo que no exista ya actualmente en otros muesos de Bruselas".

Sin embargo, ahora mismo, estas 38 obras adquiridas se encuentran en una nave industrial de Zaventem, una localidad a las afueras de la capital belga, custodiadas dentro del almacén de una empresa especializada en el transporte de objetos de arte.

Y este ha sido, también, el lugar elegido por el Kanal Pompidou para realizar la presentación en sociedad de las piezas, ya que, de hecho, el museo aún está en construcción y no cuenta con ningún espacio habilitado para organizar exposiciones, a la espera de su inauguración definitiva, prevista para el año 2024.

Pese a ello, como coordinadora del comité de adquisiciones del centro, Beauloye mostró su voluntad de ampliar esta primera remesa de obras y anunció que, de aquí a la inauguración, el Kanal Pompidou va a comprar más piezas: "Este año vamos a seguir porque tenemos un presupuesto anual de 250,000 euros" (unos 274,946 dólares al cambio actual), precisó.

Aunque el Kanal está asociado con el prestigioso Centro Pompidou de París, su intención pasa por consolidar una marca propia y contar, a largo plazo, con un repertorio de objetos exclusivos.

Entre las 38 obras que, hasta ahora, integran la colección del museo, hay pinturas y esculturas, pero también composiciones a base de tejidos o impresiones 3D, fotografías, vídeos, instalaciones y hasta performances interactivas.

"El objetivo, de hecho, es ampliar al máximo las tipologías de obras, ya que el arte contemporáneo de hoy en día puede adoptar formas muy diversas y variadas. Intentamos mostrar lo mejor de esta creación colectiva que intenta reflejar los principales desafíos y preocupaciones de la sociedad", señaló Beauloye.

Uno de los artistas seleccionados para exhibir en el Kanal Pompidou es el marroquí Younes Baba-Ali, que vive en Bruselas desde hace más de 10 años, y cumple, así, otro de los requisitos del museo a la hora de seleccionar sus piezas: que sean de autores vinculados, de algún modo u otro, a la capital belga.

A Baba-Ali le interesan más los temas con los que hacer arte que la forma de representarlos, y por esta razón se define a sí mismo como un "artista multidisciplinar", aunque, eso sí, admite que tiene predilección por el arte interactivo y las performances.

"El arte interactivo es una relación directa entre humanos. Mi misión es crear estas situaciones, así que trabajo mucho con la gente. No soy un artista de estudio, yo no trabajo solo. Necesito a la gente para trabajar, para producir, intercambiar. No puedo hacer otra cosa, no soy un impresor ni un dibujante", aseveró.

Precisamente, la instalación que Baba-Ali va a exhibir en el Kanal Pompidou es una cabina que colocó hace tres años en una calle principal de Lubamashi, una ciudad de la República Democrática del Congo, para que los habitantes del lugar se acercaran allí a charlar sobre sus sentimientos y sus vidas.

"Hablaron mucho de su frustración. Porque el Congo es uno de los países más ricos del mundo en cuanto a minerales y recursos, pero la población no vive de ello. Los políticos sí que se benefician, pero no la gente", denunció.

El objetivo del proyecto era recoger los mensajes de la población autóctona y traducirlos luego a otros idiomas, como el inglés o el chino, para mostrarlos en carteles en la puerta del aeropuerto de la ciudad, y que los vieran, así, los trabajadores de las empresas extranjeras que explotan los recursos congoleños.

"Vamos a comer cobre juntos" es uno de los eslóganes que Baba-Ali recuerda haber exhibido en el aeropuerto y que expresa, según él, no solo el deseo de los congoleños de que las multinacionales trabajen codo con codo con los autóctonos, sino también el clamor para que, una parte de los beneficios, se queden en su país.