Una aguja para unirlos a todos

El zumbido de las máquinas de tatuar llena estos días la segunda planta de la Fábrica de Arte Cubano (FAC) en La Habana. Este sonido, para muchos escalofriante, es en cambio música para los oídos de los cientos de asistentes a Pura Aguja, el primer evento multidisciplinar de arte corporal en Cuba.

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En su faceta de laboratorio creativo, la antigua fábrica de aceite reconvertida en centro cultural acoge durante tres días a unos 30 artistas de casi toda la isla, junto a invitados de México y Estados Unidos, que ofrecen demostraciones en vivo de tatuajes y perforaciones. "Un eventazo", asegura entusiasmado José, de 16 años.

Sobre los sillones y camillas envueltas en plástico vuelan las agujas y se agrupan los curiosos. Muy cerca varias iniciativas privadas muestran sus productos, entre ellas Beyond Roots, con ropa y bisutería de inspiración afrocubana, y D'Brujas, una pequeña marca de jabones artesanales cuyos productos sirven para el cuidado de los tatuajes.

El público, en su mayoría joven y "entintado", disfruta la novedad de tener reunidos en un solo lugar a los maestros de la "picadera".

Para algunos indecisos como Yanet, de 26 años, es el empujón que necesitaban. "Tengo que tener cuidado, porque me han dicho que esto es adictivo", señala a los brazos del tatuador que dentro de unos minutos le hará su primer dibujo permanente: un intrincado diseño de una nota musical en la muñeca.

UNIR PARA VISIBILIZAR

"Creemos que es el primero de su tipo porque no es un evento o una exposición solo de tatuaje, sino de arte corporal en general. Hemos tratado de reunir una muestra de lo mejor que se está haciendo en Cuba (...). Tenemos piercings, aceites esenciales para la piel, henna y participantes de varias provincias del país", explica a Efe Ailed Duarte, organizadora de Pura Aguja.

En enero de 2015 Duarte fundó junto un grupo de artistas visuales -entre ellos su esposo, el veterano tatuador cubano Leo Canosa-, el taller galería La Marca, el primer estudio profesional de tatuajes de Cuba.

Convertida en referente en su campo y preferida por los turistas que quieren un recuerdo permanente de la isla, La Marca amplió su radio de acción en estos cinco años y mutó en centro cultural para la comunidad de La Habana Vieja, donde está ubicada.

La organización de Pura Aguja se incluye en los esfuerzos de sus miembros por visibilizar lo que consideran un arte, una estrategia que podría ayudar a resolver de una vez por todas el limbo legal en el que se encuentra aún esta profesión, sin respaldo real de las autoridades culturales ni los circuitos artísticos del país.

Según Duarte, "exhibir todo desde el punto de vista artístico, con las medidas higiénicas que lleva, con la responsabilidad que se debe asumir", es una manera de abogar por ese reconocimiento.

"La mejor forma es mostrar el trabajo que están haciendo, con la calidad que lo están haciendo, no solamente desde el mundo del tatuaje, sino desde el mundo de las perforaciones, de la peluquería, de todo lo que tiene que ver con el arte corporal", defiende por su parte Nguyen Rodríguez, del equipo de Fábrica de Arte.

Rodríguez insiste en que los talleres y las conferencias incluidas en este "experimento" también reafirman el interés de los artistas por aprender, algo muy a tono con el espíritu de la FAC de generar conocimiento y servir de espacio de encuentro para creadores de todo tipo.

CAMBIAR MENTALIDADES A GOLPE DE AGUJA

La gran afluencia de público, tanto para curiosear por las exhibiciones como para atreverse con un tatuaje o una perforación, demuestra que algo está cambiando.

"Es impresionante la evolución que ha tenido (el tatuaje) en todo el mundo, pero sobre todo en Cuba, donde hay menos cosas. Me parece un poco más complicado que esa evolución sea fácil aquí", comenta a Efe el artista visual y tatuador mexicano Doktor Lakra, uno de los invitados ilustres de Pura Aguja.

La escasez crónica de la isla, que incide en casi todos los ámbitos de la vida de los cubanos, también afecta a los estudios de tatuaje, que dependen de envíos desde el exterior o la buena voluntad de amigos y colegas, que viajan con las maletas llenas de tinta, agujas y guantes desechables.

Sin embargo, ni los precios -altos para un país que percibe un salario medio estatal que no supera los 45 dólares- ni el posible estigma, cada vez menor, detienen a los cubanos que quieren marcar o perforar su piel.

"Todavía quedan prejuicios sobre las personas que llevan tatuajes, pero creo que ya se ha perdido bastante. Yo, que tengo tatuajes desde joven, cada vez que llegaba a algún lado, la gente me miraba extraño y era incómodo, pero ya se ha hecho más normal", asegura Frank Moreno, el benjamín de Reflexus Tattoo Estudio de la ciudad de Camagüey (centro).

Con 22 años y solo unos meses "tatuando en serio", Moreno cree que ha encontrado su verdadera vocación. "Me encanta. Me encanta ver como alguien lleva un diseño tuyo en la piel", subraya el joven ilustrador, emocionado de participar por primera vez en un evento como Pura Aguja, una "súper idea para reunir a todos los grandes".

"Es importante, no solo para los tatuadores, sino para la gente que se tatúa, porque cambia en general la visión de que hay como un estigma sobre este mundo. Este tipo de eventos ayudan a eso", concluye Doktor Lakra, quien ofreció una conferencia sobre los orígenes y la simbología del tatuaje en la prisión.

"PICAR" NO ES EXCLUSIVO DE HOMBRES

Aunque todavía los hombres sean mayoría, las artistas poco a poco se están abriendo camino en la profesión. Un ejemplo son los estudios liderados por mujeres. En algunos casos, como el de Risink Tattoo, las manos que mueven las agujas son todas femeninas.

"Estamos súper contentos de que las mujeres también se hayan animado a unirse a este movimiento que a lo largo de la historia estaba más asociado a los hombres. En Pura Aguja tenemos presencia de cuatro de ellas, así que bienvenidas las mujeres al tatuaje", destacó Ailed Duarte.

La sororidad también hace parte del trabajo de las tatuadoras cubanas. Varias artistas han lanzado una convocatoria para realizar tatuajes gratis a supervivientes de cáncer, un proyecto que tomó forma en saludo al próximo Día de la Mujer, pero que promete extenderse.