Comienzan las negociaciones del futuro gobierno de Países Bajos

Algunos con caras largas, otros con una sonrisa de oreja a oreja, pero “Enhorabuena” fue la palabra más escuchada en la primera reunión este jueves entre los líderes de los 17 partidos que se hicieron un hueco en el Parlamento de Países Bajos. La prensa solo pudo escuchar el barullo porque nunca hubo tantos políticos en esa sala del Congreso.

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"Una cálida bienvenida y enhorabuena", expresó la presidente de la Cámara de los Diputados a la llegada de la líder progresista (D66), Sigrid Kaag. Sentado sobre la mesa y toqueteando el teléfono, estaba el ultraderechista Geert Wilders, aún con mascarilla y mirando de reojo cómo Kaag accedía por la puerta orgullosa de haberle arrancado la posición de segundo grupo parlamentario del país.

Al final, se miraron brevemente y se saludaron con la cabeza, para inmediatamente ignorarse, la primera señal de lo que Wilders ya se temía: no hay cabida en el futuro gobierno para su programa electoral, que incluye quitarle el derecho de voto a los neerlandeses con doble nacionalidad, prohibir el Corán y las escuelas islámicas, y aislarse de la Unión Europea (UE). “D66 ha ganado mucho, no creo que haya lugar para nosotros”, dijo Wilders.

Quien sí saludó a Kaag fue Laurens Dassen, líder del partido proeuropeo Volt, que ingresa por primera vez en un parlamento nacional en la UE y lo hace con tres escaños, por lo que su presencia en Rooksalon es toda una aventura. “Muchas felicidades, estupenda victoria”, le dijo él, intercambiándose sonrisas.

Sin duda el protagonista del encuentro fue el liberal (VVD) Mark Rutte, el auténtico ganador de las elecciones celebradas ayer. “Oye, bueno, ¡enhorabuena, hombre!”, le dijo la socialista Lilian Marijnissen, que se quedó con nueve escaños, cinco menos, y a quien Rutte dio las gracias, antes de entrar en el salón para saludar con el codo a Kaag.

“Oye, no nos hemos visto antes, creo. ¡Qué bueno verte! Sí, claro que te he visto, aparecías todo el rato en la tele”, le comentó Rutte a Dassen, intercambiando una risa agradable, antes de dirigirse a Sylvana Simons, que entra con el escaño del antirracista Bij1, para desearle “suerte” con las negociaciones. “Gracias, la voy a necesitar”, contestó ella.

Menos felicidad irradiaban el ministro interino de Finanzas, Wopke Hoekstra, que perdió cuatro escaños para los demócratas cristianos CDA (15), o Lilianne Ploumen, que no logró remontar la popularidad de los socialdemócratas PvdA, quedándose con los mismos nueve escaños. Ambos estaban sentados ya a la mesa, con caras largas, manteniendo un diálogo ininteligible por el barullo que se escuchaba en la sala.

La presidenta de la Cámara, Jadiya Arib, dio inicio a la reunión de los 17 líderes, cuatro se veían por primera vez las caras en esta reunión. Rutte, con Kaag sentada a su lado, se saben la clave del futuro de Países Bajos, así que sus respectivos partidos han nombrado a un “explorador” cada uno para que empiecen a tantear a los demás y ver qué posibilidades hay de sentar y a quién a la mesa de negociación.

No será una tarea fácil. A los liberales (35) y progresistas (23) les faltan 18 escaños para alcanzar la mayoría parlamentaria, por lo que podrían mantener la misma coalición saliente, con CDA (15) y Unión Cristiana (5).

Pero este último se alió con los otros tres en 2017 bajo el compromiso de que la coalición no tomase ninguna medida sobre cuestiones de ética médica durante, como el aborto o la eutanasia para personas que consideren que han completado su vida, un proyecto de ley que D66 ya ha entregado al Parlamento y que quiere sacar adelante.

Tampoco está claro si los liberales también están dispuestos a volver a renunciar a los debates en el campo médico-ético a cambio de mantener el actual gobierno.

La próxima coalición debe gestionar varias cuestiones complicadas: la recuperación de la economía tras la pandemia, las reformas en el mercado laboral, la escasez de viviendas, la crisis de las emisiones de nitrógeno o los objetivos climáticos y de energía sostenible.

También los problemas con los granjeros, que el partido rural BBB pondrá en la agenda desde su escaño. Su líder, Caroline van der Plas, llegó con un tractor verde a la plaza del Parlamento de La Haya y se declaró “super feliz” con su entrada a la política.

Las otras opciones son unir a los pequeños partidos, pero esto podría necesitar coaliciones de más de cinco grupos, lo que complicaría la formación del gobierno. Si no hay base de acuerdo entre los grandes partido, las negociaciones podrán alargarse, amenazando con superar las de 2017, que duraron 225 días, un récord histórico desde la Segunda Guerra Mundial.