Horas antes, al presentar su alegato final, Schettino había asegurado sentir "como si el 13 de enero de 2012 yo también hubiese muerto un poco".
El crucero que comandaba con 4,229 personas a bordo se salió de la ruta establecida, chocó contra unas rocas y se hundió parcialmente. Ante las costas de la italiana Giglio murieron 32 personas.
El capitán no presenció el anuncio de la justicia, pese a haber dicho previamente que estaría en la sala. Su defensa argumentó que el sentenciado tenía fiebre.
Al producirse el accidente Schettino abandonó la embarcación antes de que finalizara la evacuación, lo que le valió numerosas críticas. Él mismo siempre hizo hincapié en que la culpa del hecho debía ser atribuida a la tripulación. No obstante, el capitán fue el único acusado en la causa, que se prolongó durante dos años y medio.
Se estima que la defensa apelará la sentencia. En tanto, la justicia italiana rechazó el pedido de la fiscalía de arrestar al capitán tras conocerse la sentencia. En Italia las condenas no suelen ser ejecutadas hasta que no se agoten posibles procesos de apelación.
Schettino insistió este miércoles en que fue tomado como chivo expiatorio ignorando la responsabilidad de otros miembros de la tripulación y de los dueños del barco, Costa Crociere.
También se quejó de la difamación de la que a su criterio ha sido víctima en los medios, "con un nivel de violencia que es difícil de entender si uno no está expuesto a ello".
"Esto, conjugado con la tristeza por lo que ocurrió, hace difícil llamar 'vida' a lo que vengo pasando", dijo Schettino, que no pudo evitar echarse a llorar mientras leía su discurso. (DPA)