Cuatro años de guerra en Siria: Al Assad sobrevive gracias a Irán

Aquel martes de hace ahora cuatro años cientos de personas salieron a protestar a las calles de Damasco por un objetivo venerable: una y otra vez gritaban por los altavoces "libertad, libertad", exigiendo más democracia en un sistema dictatorial por cuyos omnipresentes controles era tristemente famoso su servicio secreto. El 15 de marzo de 2011 la Primavera Árabe había llegado a Siria.

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"Pacíficos, pacíficos", gritaban también los manifestantes de la capital, sin ser conscientes de que aquel día iba a desencadenar el conflicto más sangriento del siglo XXI.

Cuatro años después, apenas se habla de libertad y democracia en Siria: en lugar de eso, la violencia y el terror imperan en el país. Día a día aumenta la cifra de víctimas mortales y la ONU calcula que desde marzo de 2011 han perdido la vida al menos 220,000 personas. Pero la cifra real de víctimas mortales podría ser aún mayor.

Además, millones de sirios se han visto obligados a huir y una gran parte del país ha caído en manos de grupos extremistas como la milicia terrorista Estado Islámico (EI).

Pero ni los rebeldes radicales ni los moderados han logrado hasta hoy derrocar al régimen: pese a que el final del presidente Bashar al Assad parecía haber llegado en varias ocasiones, el político de 49 años se mantiene en le poder.

Sus seguidores controlan en torno al 40 por ciento de la superficie del país, incluyendo casi todas las grandes ciudades e importantes rutas de suministro. Además, Al Assad sigue contando con el apoyo de Rusia y de Irán: sus poderosos aliados mantienen la lealtad al régimen de los alauitas, una rama del islam chiita.

El propio Al Assad parece muy seguro de sí mismo: tras estar un largo tiempo sin apenas aparecer públicamente, recientemente concedió varias entrevistas. "El pueblo sirio sigue defendiendo la unidad de Siria", dijo a la revista estadounidense "Foreign Affairs".

"El pueblo sirio sigue apoyando a su gobierno", aseguró. Los rebeldes de todo tipo son para él "terroristas" apoyados desde el extranjero. Ni rastro de duda en sus palabras. Al Assad también se vio beneficiado por los ataques aéreos estadounidenses contra el Estado Islámico en Siria, que a su vez ayudan al régimen.

Pese a ello, hace tiempo que el líder sirio ha perdido el control absoluto sobre el país, incluso en las zonas en las que sus seguidores mantienen el poder.

Hace mucho tiempo que su gobierno está bajo la gracia de Teherán: el Irán chiita apoya a Al Assad no sólo con dinero, sino también con armas y soldados. Su objetivo es asegurar su eje con la milicia chiita Hizbolá en Líbano y Siria, para garantizarse una influencia fuerte en la región.

Los combatientes de la Guardia de la Revolución están operativos en Siria al igual que los combatientes de Hizbolá. Y en muchas zonas los milicianos iraníes son los que tienen el poder, explica Philipp Smyth, del Instituto para Política de Cercano Oriente de Washington. Hizbolá no acepta órdenes del Ejército sirio. "¿Por qué debería hacerlo?", señala el analista. Los opositores de Al Assad hablan desde hace tiempo de que Irán se ha convertido en una potencia de ocupación en Siria.

Lo mucho que el régimen y su Ejérccto han sufrido lo muestran también las cifras de víctimas: el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos con sede en Londres, cercano a la oposición pero meticuloso con sus críticas, contabilizó sólo el año pasado 76,000 muertos. Y casi un tercio eran seguidores del régimen.

Para compensar las enormes pérdidas, el gobierno está armando a milicias autóctonas. Recientemente dos periodistas holandeses atravesaron 1,200 kilómetros por las partes del país controladas por el régimen, realizando descubrimientos sorprendentes: en doce días "apenas vimos rastro del Ejército regular", escribieron en un la web "Open Democracy". La mayoría de puntos de control estaban en manos de milicias locales.

Pero pese a la ayuda del extranjero Al Assad es demasiado débil para vencer a los rebeldes. Sobre todo los extremitas del Estado Islámico son un oponente muy fuerte. Pero tampoco los opositores al régimen podrán derrocar a Al Assad en un tiempo previsible. Sólo cuando Teherán retire su apoyo a Damasco podría llegar el fin del régimen.(DPA)