El nuevo Gobierno kosovar abre un incierto capítulo entre Kosovo y Serbia

La elección como primer ministro del ultranacionalista Albin Kurti, antiguo activista y "niño rebelde" de la política en Kosovo, abre una nueva etapa de posibilidades, pero también de riesgos, para el conflicto entre Serbia y su antigua provincia.

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Dos semanas después de su llegada al poder, tras ganar las elecciones del pasado octubre, sigue siendo una incógnita para los analistas qué esperar de Kurti, debido a carácter impulsivo y rebelde, que en el pasado lo llevó incluso a la cárcel por manifestaciones violentas.

"El nuevo Gobierno sólo tendrá éxito bajo la condición, difícil de cumplir, de que Kurti deje su populismo para el discurso público, mientras permite y respete que el Ejecutivo sea creativo", señala el analista Dusan Janjic, director del "Foro de Relaciones Étnicas" en Belgrado.

"Es un activista, populista y, como tal, dispuesto a la actividad anti institucional", agrega el experto en declaraciones a Efe.

¿ESTADISTA O ACTIVISTA?

El analista kosovar Idro Seferi vaticina, por su parte, que "posiblemente Kurti intentará promoverse como izquierdista, como un líder en constante movimiento que desea cambios en la sociedad y más justicia (...)".

Tratará de "probar que sigue siendo el activista de siempre, aunque ahora en el poder", agrega.

Los dos expertos recuerdan que Kurti cuenta con una larga experiencia política y que durante las negociaciones para formar Gobierno ha mostrado también una capacidad de llegar a compromisos, lo que también abre la posibilidad de una "política pragmática".

En ese sentido se debe entender la incorporación de dos ministros de la candidatura serbia que ganó las elecciones entre la minoría serbia del país, y que tiene el apoyo de Belgrado.

Los grandes desafíos de Kurti serán avanzar en la negociación de normalización con Serbia, que sigue sin reconocer la independencia de Kosovo, entre las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y mejorar al mismo tiempo la vida y las perspectivas de la población kosovar.

La decepción ciudadana es notable en el país, marcado por el desempleo y la emigración, con un paro del 30 % (50 % entre los jóvenes), junto con una endémica corrupción y nepotismo.

De hecho, los kosovares han visto pocos avances desde que Kosovo, poblada mayoritariamente por albaneses étnicos, declarara unilateralmente su independencia de Serbia hace doce años.

GOBIERNO INESTABLE

La coalición formada por el partido de Kurti (Vetevendosje - Autodeterminación) y la conservadora Liga Democrática de Kosovo (LDK), tras meses de tensas negociaciones, tiene un ajustado apoyo parlamentario, de 66 entre los 120 escaños del Parlamento.

Eso da poco margen para fisuras o escisiones, indica Janjic.

"Es un Gobierno que puede hacer mucho, pero no apostaría por su larga duración", prevé, al considerar que será difícil lograr rápidos cambios notables en Kosovo y calmar así los ánimos de la población.

Además, recuerda la desconfianza general que existe entre los dos partidos en coalición de Gobierno.

Para reanudar las negociaciones de normalización con Serbia, Kurti deberá retirar el arancel del 100 % a la importación de productos serbios, impuesto por Pristina en noviembre de 2018.

Esta medida ha paralizado el diálogo y su retirada es exigida tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea.

Kurti no ha precisado su postura sobre el arancel, pero aboga por un principio de "reciprocidad política, económica y comercial" con Serbia en el diálogo que, asegura, él mismo quiere encabezar para llegar a un acuerdo que consiga el reconocimiento de Belgrado.

"Creo que retirará el arancel", apunta Seferi, un analista y periodista albanokosovar que vive a caballo entre Pristina y Belgrado.

PRESIÓN INTERNACIONAL

"Está claro que la exigencia de la comunidad internacional en ese sentido es muy fuerte y no se podrá eludir, porque, de lo contrario, Kosovo se estancaría y se vería bloqueado por parte de la comunidad internacional con otros mecanismos, y en general, con un descontento hacia Kosovo", explica.

Los principales negociadores siguen siendo los presidentes de Kosovo, Hashim Thaci, y de Serbia, Aleksandar Vucic.

Es poco probable un cambio del formato a pesar de los anuncios de Kurti, aunque los Gobiernos, tanto de Kosovo como de Serbia, también tienen su impacto en el proceso, reconoce Janjic.

Según Janjic, Kurti acabará "obedeciendo el consejo" de EEUU y la UE, de retirar los aranceles, con el argumento del daño que esa medida ha causado, como un aumento de los precios de muchos productos en un 7 %.

El analista espera una mediación "indirecta" de diplomáticos internacionales entre Kurti y Vucic que podría tener resultados en el proceso negociador, pero la retórica del nuevo primer ministro kosovar hacia Belgrado no promete buena cooperación.

En una entrevista tras su elección como primer ministro, Kurti aseguró que no podrá haber acuerdo con Serbia si este país espera "obtener algo de Kosovo".

Kurti se refería así a la propuesta hecha en 2018 por Vucic y Thaci de un posible intercambio de territorio entre Serbia y su ex provincia, una opción que parece ya descartada.

"No estamos aquí para abrir apetitos, sino para curar las heridas. No veo que podamos encontrar una solución con ese enfoque. Pero, junto con los países occidentales, podemos crear un contexto en el que sea posible hallar una solución", dijo Kurti.

Aunque Kurti ha moderado su posición al respecto, en el pasado ha defendido incluso la unión Kosovo con Albania.

Belgrado respondió diciendo que "Kurti no quiere acuerdo ni negociaciones, sino una capitulación humillante de Serbia".

"Estoy convencido de que Kurti comprenderá que durante su mandato no habrá pleno reconocimiento de Kosovo ni por parte de Serbia ni por parte de todos los miembros de la comunidad internacional", sentencia Janjic.

La soberanía de Kosovo ha sido reconocida por casi cien países, entre ellos Estados Unidos y la mayoría de los de la UE, pero la rechazan otros como Rusia, China, Brasil o España.