El nuevo mandato de Obama podría poner fin a la hegemonía conservadora en el Tribunal Supremo

El presidente estadounidense, Barack Obama, podría tener la opción en su segundo mandato de nombrar al menos a un nuevo juez de los nueve que componen el Tribunal Supremo e incluso tener en sus manos el fin de la hegemonía conservadora en la máxima instancia judicial del país.

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Vista exterior del Tribunal Supremo en Washington DC, Estados Unidos.

La jueza progresista Ruth Bader Ginsburg, de 79 años, podría ser una de las que decida retirarse durante el segundo mandato de Barack Obama, que ya ha nombrado a dos magistradas durante su primer Gobierno: Sonia Sotomayor, la primera jueza hispana del Supremo, y Elena Kagan.

Ginsburg, nombrada por Bill Clinton, ya ha dicho varias veces que su intención en seguir en su puesto hasta más o menos los 82 años, por lo que Obama estaría ante la tesitura de nombrar un nuevo magistrado, algo que contemplan los poderes de su cargo con el consentimiento del Senado, dominado por los demócratas.

Pero el cambio más significativo se daría si se retira al menos uno de los jueces conservadores, en la actualidad con una mayoría de 5 contra 4, lo que devolvería la hegemonía a los progresistas en el Supremo por primera vez en décadas.

Antonin Scalia, cercano a los 77 años y nombrado por Ronald Reagan, y Anthony Kennedy, de 76 y también nombrado por esa misma administración, podrían optar por retirarse y poner en riesgo la hegemonía conservadora.

No es inusual que los miembros del Supremo permanezcan en sus puestos hasta más allá de los 80 años, aunque con cuatro años por delante de otra administración demócrata hay grandes posibilidades de cambio.

En un segundo mandato de Obama, el Supremo podría ser esencial para determinar leyes sobre el aborto, los matrimonios homosexuales o la existencia de organismos como los "Super Pac", que hacen campaña a favor o en contra de un candidato y no están sujetos a límites de recaudación como las campañas electorales.

En las últimas cuatro décadas el Supremo ha estado siempre dominado por jueces de tendencia conservadora, un giro que comenzó con la presidencia de Richard Nixon.