EU y Alemania: una alianza particular ahora en entredicho

John F. Kennedy supo decir que dejaría a su sucesor en la presidencia de Estados Unidos una carta para abrir en caso de sentirse deprimido. Sólo tendría una frase: "Vaya a Alemania". Una prueba de la estrecha relación que ambos países forjaron tras la Segunda Guerra Mundial y que ahora quedó en entredicho por el escándalo del espionaje exterior estadounidense.

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama y la canciller alemana, Angela Merkel.

Kennedy había sido objeto de un recibimiento apoteósico en Berlín en 1962, un año después de que fuese erigido el Muro que cimentó la división del país y el mundo. Cientos de miles de berlineses lo vitorearon cuando les aseguró su apoyo con la memorable frase de "Soy un berlinés".

Los alemanes profesaban una inmensa gratitud a Estados Unidos, la gran potencia que los ayudó a reconstruir su país en ruinas después de la guerra mediante el "Plan Marshall", restituir las instituciones democráticas y erigir la estructura federalista.

A partir de 1949, Estados Unidos se convirtió en el protector de Alemania, el antiguo enemigo situado en el centro del conflicto entre el capitalismo y el comunismo, y sus relaciones estuvieron marcadas por esta lucha global. Pero los roles cambiaron con el fin de la Guerra Fría y la implosión del comunismo.

Alemania ya no necesitaba un protector fuerte y Estados Unidos tampoco tenía urgencia en mantener un gran bastión contra los comunistas, explicó Hans-Ulrich Klose, presidente del grupo parlamentario germano-estadounidense, a la radio Deutschlandfunk. "El interés de Estados Unidos se extendió a los nuevos países del este".

Sin embargo, el presidente George Bush padre, en sus comienzos un político poco popular en Alemania, jugó un papel clave en la reunificación de Alemania al apoyar al canciller Helmut Kohl frente a los reparos de británicos y franceses.

Los alemanes no olvidaron el gesto de Bush, que la canciller Angela Merkel, una alemana oriental, recordó en 2009, 20 años después de la caída del muro, en un discurso ante el Congreso en Washington: "Los alemanes sabemos todo lo que les debemos a ustedes, nuestros amigos americanos. Nunca lo olvidaremos, ni lo olvidaré a nivel personal".

Ambas naciones volvieron a acercarse tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 que sacudieron a Estados Unidos. El canciller alemán Gerhard Schröder garantizó "solidaridad ilimitada" a la potencia herida y envió tropas a Afganistán.

Un año más tarde, sin embargo, el tono se volvió ríspido cuando Alemania se opuso categóricamente a la invasión de Irak promovida por George W. Bush. El entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld tachó a Alemania de "vieja Europa", mientras que la titular alemana de Justicia Hertha Däubler-Gmelin comparaba a Bush con Hitler.

Barack Obama siguió los consejos de Kennedy y viajó a Alemania para pronunciar en Berlín un discurso como candidato a la presidencia que fue aplaudido por decenas de miles de personas. Su llegada a la jefatura de Estado despertó en Alemania expectativas difíciles de cumplir.

Obama y Merkel nunca fueron grandes amigos, si bien se respetan. La canciller criticó el ataque militar a Libia y Obama se queja de que Alemania no hace lo suficiente para reactivar la coyuntura económica.

Pero fueron las nuevas revelaciones sobre el espionaje de Estados Unidos a líderes de todo el mundo, incluyendo el teléfono móvil de Merkel, lo que comenzó a agrietar estos días el vínculo transatlántico.

"Entre amigos no se espía", disparó Merkel hacia Washington, mientras su ministro de Exteriores citaba al embajador estadounidense para pedir explicaciones.

La amistad germanoamericana "es más una necesidad de los alemanes que de Estados Unidos, que puede prescindir de sentimientos amistosos", advirtió el semanario "Die Zeit" siguiendo la antigua regla del estadista británico Lord Palmerston: "Las naciones no tienen amigos permanentes, sino intereses permanentes".

La alianza transatlántica con Estados Unidos sigue siendo, junto con la integración europea, pilar fundamental de la política exterior y de seguridad de Alemania.

Aún cuando el comunismo pasó a la historia en Europa, cerca de 40,000 soldados norteamericanos siguen estacionados en territorio alemán. Las unidades se preparan para sus misiones en otros países y la base aérea de Ramstein es paso obligado para el aprovisionamiento de las misiones en el Cercano Oriente.

Además, el intercambio comercial con Washington es vital para Berlín. Estados Unidos es el primer socio comercial de Alemania fuera de la Unión Europea y Alemania es el más importante de Washington en Europa y el sexto a nivel global. (Análisis DPA)