Fanatismo y corrupción corroen a la sociedad iraquí

"Me divorcié de mi marido, pese a que tenemos tres hijos y que aún lo sigo amando", se queja Iman Abdullah. Esta mujer chiita que vive en la ciudad iraquí de Mosul no pudo resistir la presión de su familia. "Mi familia me obligó a abandonar a mi esposo, sólo porque es sunita".

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También Mahmud Idriss, quien trabaja en Mosul como maestro, tiene penas de amor. Tras cuatro años puso fin a una relación con una mujer con la que quería casarse pese a que ambos profesaban religiones diferentes. "Este gobierno sembró discordia entre los grupos religiosos", dice enojado Idriss.

La tasa de divorcio entre los "matrimonios mixtos" en Irak registró un aumento drástico en los pasados 20 meses.

Esto se debe a que las tensiones entre los diferentes grupos étnicos y religiosos en Irak volvieron a crecer desde fines de 2012.

También en la lista de candidatos que se presentan a las elecciones parlamentarias que se celebrarán el miércoles se puede ver esta tendencia.

La alianza Al Irakiya de la chiita secular Ijad Allawi, quien hace cuatro años fue la principal rival de los partidos religiosos y del primer ministro chiita Nuri al Maliki, está rota.

Los miembros sunitas de la coalición fundaron sus propios partidos sunitas. Algunos chiitas liberales se unieron a alianzas con los partidos chiitas religiosos.

Los kurdos, que desde hace años pelean con Al Maliki por el reparto de los ingresos de la industria del petróleo, se aislan cada vez más.

La madre divorciada Iman Abdullah se considera a sí misma, así como a sus hijos, como víctimas de políticos corruptos, que avivaron esos conflictos.

El juez de divorcios Adel al Obeidi le da la razón. Dijo que en 2013 se divorciaron un 60 por ciento más de parejas por diferencias étnicas y religiosas que el año anterior.

Debido a que la cantidad de bodas entre miembros de religiones diferentes había bajado fuertemente entre 2004 y 2007 por el conflicto reinante, en general son parejas que están casadas entre 15 y 20 años las que acuden a Al Obeidi para divorciarse.

Al juez le dan pena ante todos los niños, que con frecuencia pierden totalmente el contacto con uno de sus padres tras el divorcio.

En la capital de Irak, Bagdad, las "parejas mixtas" lo tienen un poco más fácil, si bien también aquí se observó en la década pasada una creciente separación de los "barrios chiitas, sunitas y kurdos".

La funcionaria Dhikra al Dshabiri, de 58 años, se opone conscientemente a esa tendencia. "Hace dos meses un joven chiita pidió la mano de mi hija. Lo discutimos en casa y luego lo aprobamos. Ambos viven ahora felices juntos en su casa en Bagdad".

En cambio aún está totalmente abierto qué partidos se unirán después de las elecciones parlamentarias.

Si bien ya durante la campaña electoral comenzaron los diálogos de sondeo entre las agrupaciones políticas, cuyos líderes se protegen de ataques terroristas con altos muros de hormigón, analistas independientes no creen que el próximo gobierno pueda cerrar las profundas diferencias entre los sunitas, chiitas y kurdos. (DPA)