Durante una reunión del Instituto Internacional de Finanzas (IIF) en Viena, el primer ministro aseguró ante la prensa que hará "todo lo posible" para que el déficit público no supere el 3,8 por ciento del PIB este año y el 2,9 por ciento en el 2011.
Ésas son las metas establecidas por el anterior ejecutivo húngaro, liderado por el economista independiente Gordon Bajnai, quien perdió el poder a manos de Orbán en las elecciones parlamentarias del pasado mes de abril.
"Nos hemos comprometido a hacer todo lo posible para mantener los objetivos de déficit. Haremos todo lo que podamos. En noviembre vamos a ver dónde estamos", manifestó Orbán.
Los rumores sobre el supuesto mal estado de las cuentas públicas de Hungría, incluyendo la posibilidad de bancarrota, habían causado la semana pasada una fuerte caída de las bolsas y del euro.
En un discurso pronunciado hoy ante cientos de banqueros de todo el mundo, Orbán reiteró que los anteriores gobiernos de su país "falsificaron datos" sobre las cuentas públicas.
Sin embargo, su Gobierno ya cuenta con "algunas estimaciones" sobre la verdadera situación, agregó sin dar más detalles.
"He reaccionado lo más rápido posible, porque el tiempo significa sobrevivir", aseguró Orbán en referencia a un exhaustivo plan económico presentado el pasado martes, pocos días después de asumir su mandato.
Ese plan prevé la reducción de los impuestos para pequeñas empresas, la introducción de una tasa única de la renta y un impuesto a la banca, con el que desea generar unos 700 millones de euros por año.
Además, el gobierno de Orbán, que cuenta con una mayoría de dos tercios en el Parlamento, pretende ahorrar más de 400 millones de euros en gasto público, reduciendo sueldos y el número de directores en las empresas públicas, entre otras medidas.
El primer ministro adelantó hoy que en noviembre presentará un segundo "plan de acción" para reformar la economía de su país, que el año pasado se contrajo un 6,3 por ciento y que este año tiene previsto registrar un crecimiento inferior al 1 por ciento.