Japón pasa de "Abenomics"... ¿a "Suganomics", o a más de lo mismo?

La renuncia de Shinzo Abe como primer ministro de Japón y su casi seguro reemplazo por Yoshihide Suga abre incógnitas sobre qué rumbo correrá la economía nipona y si el "Abenomics" se convertirá en "Suganomics", o será más de lo mismo.

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Suga, de 71 años, hasta ahora la mano derecha de Abe y su jefe de Gabinete, se perfila como la figura más probable para que el gobernante Partido Liberal Democrático lo designe como nuevo líder el 14 de este mes y que la Dieta (Parlamento) lo ratifique días después.

En sus primeras declaraciones a los periodistas tras confirmar su candidatura, este miércoles, Suga no aportó muchas pistas sobre qué propuestas económicas tiene en la cartera, algo que se podrá conocer cuando comience la campaña electoral interna, el próximo martes.

Dos puntos sí dejó claros: "deberemos asumir la responsabilidad del 'Abenomics' y movernos hacia adelante", dijo por un lado refiriéndose al programa económico lanzado por Abe cuando asumió el poder en el mandato que ahora termina, en 2012.

Y en cuanto a la relación del Gobierno con el Banco de Japón (BoJ, central), señaló que no busca cambios, es decir, continuar la política monetaria expansiva en marcha desde la llegada de su predecesor, con tasas de interés bajas y estímulos fiscales.

De los tres pilares o "flechas" del "Abenomics", dos han estado claros desde un principio y los ha seguido Abe: flexibilización monetaria y estímulos fiscales para alimentar el consumo y el poderoso sistema productivo nipón.

El tercero, en cambio, siempre quedó un poco más difuso, vinculado con reformas estructurales y una estrategia de crecimiento para fomentar la inversión del sector privado, y es precisamente el pilar del "Abenomics" que mayores carencias ha tenido.

"Parece que los esfuerzos del primer ministro Abe para conseguir una 'economía fuerte' han vuelto a sus inicios. Incluso si la respuesta a la crisis por el coronavirus es la mayor prioridad ahora, se debería concretar también la tercera flecha", dice en su editorial de hoy el diario financiero Nikkei.

"El próximo primer ministro debe tener eso en cuenta", insiste.

Otro editorial del diario Asahi también sostiene que las políticas económicas de Abe se encuentran en un "punto muerto", con algunos resultados en sus primeros años de gestión, pero a la mitad tuvo "que reemplazar repetidamente la pieza central del programa".

"Después de que la economía comenzara a tambalearse hace dos años, el 'Abenomics' pasó a un segundo plano", dice Asahi.

El problema al que se enfrenta Suga está vinculado con las prioridades que debe atender.

La pandemia de coronavirus es una de ellas, y también su impacto económico, porque Japón ha entrado en recesión y en el trimestre entre abril y junio el producto interno bruto (PIB) cayó un 7,8 %, el retroceso mayor en más de medio siglo.

Suga llegaría, además, en tiempo revueltos para la política de Estados Unidos, el principal aliado de Japón, con unas elecciones en noviembre que pueden representar cambios en la política exterior nipona.

Suga "va a tener muchas cosas en el plato desde el primer día", dijo hoy en una videoconferencia con corresponsales extranjeros desde Washington el analista político Tobias Harris, que acaba de publicar un libro sobre Abe y el legado que dejará.

Algunos asesores que puede llegar a utilizar Suga son distintos de los de Abe. El presumible futuro primer ministro se apoya en personalidades como el presidente del grupo Suntory, Takesi Niinami, o el máximo directivo de la firma Konishi, David Atkinson.

Según Nikkei, Suga ha preferido mantener distancias con partidarios de aumentar el gasto público, y está más inclinado a mantener políticas de ajuste, algo clave en un país cuya deuda pública se espera que al final de este año llegue al 259 % del PIB, según cálculos de la agencia de calificación estadounidense Fitch.

Los retos son grandes, el margen de actuación estrecho y, al fin y al cabo, Suga llegará a liderar su partido con un mandato de un año, hasta completar el que dejó pendiente Shinzo Abe.

A partir de entonces se sabrá si está interesado en una reelección o pasa la batuta a otros dirigentes del partido que han estado empujando con fuerza estos días.

Para entonces, Suga tendrá 72 años, y si logra revalidar el liderazgo del PLD por tres años más, el período normal, llegará a los 75, una edad en la que, por mucha afición que haya en Japón por la gerontocracia, conviene plantearse si a esas alturas el cuerpo aguanta los sinsabores de la política.

Eso por ello que varios analistas han coincidido en que el papel de Suga será de transición, hasta que en septiembre de 2021 el PLD pueda elegir un nuevo líder, y, como etapa de transición, lo que se espera es, al menos, continuidad en políticas económicas.