Pese a liberación de rehenes, falta mucho para vencer a Boko Haram

Las niñas y mujeres secuestradas por el grupo terrorista nigeriano Boko Haram son tratadas como esclavas sexuales, entregadas en matrimonios forzados o lanzadas a la lucha armada. La liberación de casi 300 rehenes en manos de los islamistas en el inaccesible bosque de Sambisa del país africano supone un enorme éxito para el gobierno de Abuya. Sin embargo, según la organización Amnistía Internacional, los extremistas sunitas secuestraron sólo desde el pasado año a más de 2,000 niñas y mujeres.

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En la noche del martes había muchas esperanzas de que entre las rescatadas pudieran encontrarse las más de 200 escolares secuestradas hace más de un año en Chibok. El portavoz del Ejército, Sani Usman, sin embargo, dio al traste con las expectativas: las niñas de la ciudad del norte de Nigeria no estaban entre las rescatadas, declaró.

El secuestro de niñas en su mayoría cristianas en Chibok desató al indignación internacional: fueron tomadas como rehenes en medio de la noche mientras dormían en el reciento del colegio y trasladadas en camiones. Desde entonces no hay ni rastro de las jóvenes, que se convirtieron en todo un símbolo internacional. Por un lado, de la crueldad de Boko Haram y por otro, de la incapacidad del gobierno nigeriano de poner freno a los terroristas.

El presidente cristiano Goodluck Jonathan perdió las elecciones el mes pasado, entre otras cosas porque durante su mandato desde 2010 Boko Haram pasó a ser de una oscura secta a una amenaza nacional. Desde entonces, se calcula que al menos 14,000 personas han muerto y cerca de 1.5 millones han quedado desplazadas por los ataques y atentados del grupo islamista.

El elegido para suceder a Jonathan, el musulmán Muhammadu Buhari, prometió a los electores exterminar a Boko Haram. El ex dictador militar reconoció sin embargo el pasado 14 de abril, con motivo del aniversario de las niñas de Chibok, que no podía prometer la liberación de las jóvenes, pues sigue sin conocerse su paradero.

Tras su toma de posesión, prevista para finales de mayo, Buhari tendrá que intentar, junto al combate de los islamistas, impulsar la débil economía del país, dependiente del petróleo. Las infraestructuras en el país más poblado de África están en su mayoría obsoletas y entorno a dos terceras partes de la población de 178 millones de habitantes son pobres.

Las fuerzas de combate nigerianas, junto con el Ejército de las vecinas Chad, Camerún y Níger, han anunciado desde febrero muchos éxitos en la lucha contra los islamistas. Los militares aseguran que el bosque Sambisa, en el estado de Borno, es uno de los últimos reductos de la organización terrorista.

Sin embargo, esas informaciones son difíciles de verificar, pues en la región impera la ley marcial y prácticamente no hay acceso para los medios de comunicación o analistas independientes.

Sin embargo, un ataque perpetrado este fin de semana por la organización contra una isla de la vecina Níger en el lago Chad, a varios cientos de kilómetros de Sambisa, mostró que el grupo sigue siendo una gran amenaza y que su derrota está lejos.

En los combates murieron 46 soldados y 32 están desaparecidos, según datos de Níger. El Ejército mató, según sus propios datos, a 156 combatientes de Boko Haram en el combate más sangriento hasta ahora contra los terroristas del país vecino. "Hasta que ese grupo esté vencido definitivamente se tardará un tiempo", advertía también el experto en Nigeria Robert Kappel, del instituto GIGA para estudios Africanos de Hamburgo.

La dimensión de la campaña terrorista islamista no será del todo reconocible hasta que las fuerzas de seguridad recuperen el control de todo el noreste de Nigeria: en Damasak, cerca de la frontera con Níger y recientemente liberada, se encontraron el fin de semana cientos de cadáveres en estado de descomposición. La mayoría fueron ejecutados por Boko Haram, señaló Babagana Mustapha, portavoz de la región de Mobbar. "Se están recuperando los cadáveres, contando y después serán sepultados en masa". (DPA)