Romney se beneficia de la ruptura de romance entre Goldman Sachs y demócratas

Las donaciones de empleados del banco de inversión Goldman Sachs a la campaña del presidente demócrata Barack Obama se han desplomado este año electoral para pasar a nutrir las opciones políticas del republicano Mitt Romney, poniendo fin a un largo romance, mal avenido en los últimos años.

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En la imagen, el candidato republicano a la presidencia estadounidense, Mitt Romney.

Ninguno de los grandes donantes a partidos políticos ha tomado un cambio de rumbo tan radical, tras más de dos décadas de apoyos a los demócratas, como Goldman Sachs, cantera de ministros, secretarios del Tesoro y funcionarios de instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

En privado, los directivos de Goldman Sachs justifican su cambio de preferencias por las regulaciones más restrictivas aprobadas por la Casa Blanca para la banca y, según comentaba un columnista del diario The Examiner recientemente, porque no les gusta la retórica crítica hacia los banqueros del presidente Obama.

Lo cierto es que en 2008, en plena crisis financiera en Wall Street, Goldman Sachs hizo lo que ya era una tradición en la firma de inversiones, y sus empleados y altos directivos dedicaron más de un millón de dólares a la "esperanza del cambio" que representaba Obama, el candidato presidencial elegido por los demócratas.

Según los datos del Center for Responsive Politics, los fondos vinculados a Goldman Sachs se encuentran en el sexto puesto entre los mayores donantes políticos de Estados Unidos en 2012 con 6,6 millones de dólares, en una lista que encabeza el imperio empresarial del magnate de Las Vegas Sheldon Adelson.

Este año electoral, por primera vez, Goldman Sachs ha dedicado más dinero a los republicanos que a los demócratas. Un 75 por ciento del total de fondos dedicados a la política han ido a parar a Romney, al Comité Nacional Republicano o a otros políticos del partido conservador, un porcentaje que fue exactamente el inverso en 2008.

Goldman Sachs ha sido considerada tradicionalmente una firma con más arraigo entre los demócratas, a los que siempre han dedicado mayoritariamente fondos desde las presidenciales de 1990, mientras que otros gigantes del sector de inversiones y casas de valores se han inclinado por los republicanos.

Antes de que se acabara el noviazgo de Obama con Wall Street, en 2008, la esperanza era que los rescates a la banca se completaran de manera efectiva en el recién inaugurado mandato de Obama, que contó con el experimentado Timothy Geithner al mando del Departamento del Tesoro.

Poco después, en 2010, la relación comenzó a resquebrajarse con la llegada de regulaciones más estrictas para el sector financiero como la regla Volker, contemplada dentro de la legislación Dodd-Frank, que limita las operaciones especulativas y de riesgo de los bancos.

La gota que colmó el vaso de su relación con los demócratas fue la multa récord en julio de 2010 de la Comisión nacional de valores de Estados Unidos (SEC) por 550 millones de dólares, que vino acompañada de acusaciones de "avaricia y medias verdades" contra Goldman en sus operaciones con hipotecas de alto riesgo.

Ese año, los demócratas perdieron la Cámara de Representantes y las simpatías de Wall Street comenzaron a transitar hacia los republicanos.

Para más inri, senadores demócratas comenzaron investigaciones en el Congreso en las que acusaron a Goldman de apostar contra de los intereses de sus clientes, sin informarles, para obtener beneficio para la compañía.

En esta campaña electoral el nivel de recaudación para los partidos demócrata y republicano será récord y en ellas, como han reconocido a sus donantes tanto Obama como Romney, la diferencia en fondos disponibles será determinante.

Entre 1996 y 2004, la mayoría de las donaciones del sector financiero estadounidense fueron a parar a los republicanos, pero en 2006 se produjo un importante cambio de tendencia, cuando el 56 por ciento de ese dinero se pasó al lado demócrata, algo que se mantuvo en 2008.

En estas elecciones el divorcio ya está consumado y Romney, antiguo ejecutivo de inversiones, ha llegado en el momento oportuno para cortejar a unos fondos que pueden ser clave en el resultado final de una campaña que romperá techos de financiación.

Obama confía en el sector tecnológico o en los dólares de Hollywood, que le han permitido mantenerse por delante de Romney pese a que este cuenta con los millones ilimitados de organizaciones conocidas como Super Pac, nuevas en el juego político.

El cambio de pareja de Goldman Sachs, uno de los mayores donantes en Wall Street junto con JP Morgan, Citigroup o Bank of America, puede ser decisivo para determinar el rumbo de estas mediáticas elecciones, en las que las urnas tendrán la última palabra.