Liatu Andrawus, de 23 años, vive en un pueblo cerca de la capital del país, Abuya. Estuvo secuestrada seis meses por los islamistas, que la obligaron a renunciar a sus creencias cristianas, la amenazaron con matarla y la obligaron a casarse con un terrorista.
Miles de mujeres vivieron algo parecido. Se calcula que desde que Boko Haram comenzó a fustigar el norte de Nigeria, en 2009, murieron unas 14,000 personas. El mayor secuestro del que se tiene noticia hasta el momento tuvo lugar en la noche del 14 al 15 de abril del año pasado, cuando unas 200 estudiantes desaparecieron de la residencia en la que vivían en Chibok, en el estado de Borno.
La mayor parte de las mujeres y chicas secuestradas por el grupo terrorista no reaparecen nunca más. Pero Andrawus es una excepción.
El verano pasado, cuando viajaba de su pueblo hacia la capital, los islamistas abrieron fuego en la carretera. Sus disparos alcanzaron el motor de su coche, ella intentó escapar, pero los terroristas la capturaron. "Me llevaron a su campamento en el bosque de Sambisa", una zona natural protegida de unos 60,000 kilómetros convertida hoy en bastión de los terroristas.
"Me instaron a convertirme al islam, pero yo no estaba dispuesta a hacerlo", relata. "Entonces me preguntaron qué tipo de muerte prefería, por disaros o degollada con un cuchillo".
Los rebeldes le cambiaron el nombre a "Aisha", el de una de las mujeres del profeta Mahoma, la obligaron a ponerse velo y a recitar el Corán. Semanas después fue trasladada a la zona de Gwoza, tomada por los islamistas, y la casaron en contra de su voluntad con uno de los rebeldes, que ya tenía otras dos mujeres, cristianas secuestradas como ella.
Luego la enviaron a la escuela islámica de Gwoza, donde asegura haber conocido a las más de 200 jóvenes secuestradas en Chibok. "Vi a las chicas de Chibok. Casi todas habían sido casadas y vivían en distintas casas en Gwoza", explica. "Estaban muy demacradas, muy delgadas".
Andrawus es la primera testigo conocida que ha visto personalmente a las jóvenes secuestradas. Durante varias semanas entre octubre y diciembre las vio a diario en la escuela. "Hombres armados vigilaban las oraciones. Cuando nos equivocábamos, nos golpeaban con cinturones de goma", recuerda. También les mostraban mensajes de video del líder de Boko Haram, Abubakar Shekau. "Llorábamos, nos abrazábamos y rezábamos oraciones cristianas en secreto".
En diciembre, Andrawus consiguió escapar de Gwoza. Tenía permiso para visitar a su madre, que vivía en un pueblo cercano a Gwoza controlado por Boko Haram, que también la obligó a convertirse al islam. Una noche, ambas huyeron atravesando la frontera a Camerún, y después regresaron a Nigeria, donde ahora viven cerca de Abuya.
Andrawus no sabe qué pasó con las chicas de Chibok después de que el Ejército nigeriano reconquistase Gwoza en marzo pasado. Pero cree que los terroristas seguramente huyeron con sus "esposas" a las cercanas montañas de Mandera.
El gobierno nigeriano no consiguió hasta ahora encontrar ninguna pista sobre las jóvenes desparecidas.
En un parque del centro de Abuya, Hosea Haban Tsambido espera que el reloj marque las cuatro de la tarde. Desde hace un año, casi a diario se reúne en ese lugar con las activistas de "Bring Back Our Girls" (Traigan de vuelta a nuestras hijas), para reclamar una búsqueda más intensa de las adolescentes. Tsambido perdió a tres sobrinas y dos primas de entre 16 y 18 años en el secuestro.
Los activistas están profundamente decepcionados con el gobierno del presidente saliente, Goodluck Jonathan. Ahora confían en que su sucesor, Muhammadu Buhari, traiga a las chicas de vuelta casa, explica Tsambido. Para el aniversario del secuestro se planearon varias acciones. Miles de estudiantes saldrán a la calle en varias ciudades para apoyar a las jóvenes desaparecidas, habrá marchas y servicios religiosos.
"El silencio sobre la desaparición de las chicas es atronador. La comunidad de Chibok está totalmente traumatizada", cuenta Bukola Shonibare, una de las iniciadoras de "Bring Back Our Girls". También ella espera que el nuevo gobierno se esfuerce de verdad para rescatar a las jóvenes. "Ahora mismo no tenemos ninguna información que nos dé esperanza". (DPA)