La Lima, Morolica y Choloma, pueblos mártires de los huracanes en Honduras

La Lima, en el norte de Honduras, se convirtió en la tercera "ciudad mártir" al ser de las más dañadas por los efectos de los huracanes Iota y Eta, después de Choloma y Morolica, que quedaron sepultadas entre montañas de lodo y basura a causa del huracán Fifí en 1974 y el Mitch en 1998.

Eta y Iota dejaron mucha destrucción en la infraestructura del país, alrededor de un centenar de muertos, pérdidas económicas que analistas calculan en unos 10,000 millones de dólares, y muchas ciudades, aldeas y caseríos incomunicados por la destrucción total o parcial de puentes y carreteras, entre primarias, secundarias y terciarias.

LA LIMA DAÑADA EN UN 98 POR CIENTO

Según el alcalde de La Lima, Santiago Motiño, la ciudad, de más de 100,000 habitantes, quedo "terriblemente afectada en un 98 por ciento", totalmente inundada, y con sectores aledaños donde el agua cubrió los techos de las casas.

En los alrededores de La Lima, poblaciones como Ciudad Planeta y Rivera Hernández, entre otras, donde viven miles de familias pobres, recibieron un volumen de agua superior al que dejó el huracán Mitch que, en categoría 5 de la escala Saffir-Simpson, azotó a Honduras en 1998.

Hasta entonces, el Mitch, que dejó descomunales destrozos en todo el país centroamericano, había sido la peor desgracia sufrida por Honduras, uno de las naciones más vulnerables del planeta.

Motiño considera que recuperar La Lima, que parece un pueblo fantasma, con casi el ciento por ciento de su población viviendo en albergues o casas de familiares y amigos, llevará muchos años.

Durante el siglo pasado, La Lima fue el principal centro de operaciones de la multinacional bananera estadounidense United Brands, a través de la Tela Railroad Company.

Esa La Lima, la otrora ciudad "Oro verde" de Honduras, por las extensas plantaciones de banano en sus alrededores, hoy es un enorme manto de miles de toneladas de lodo y basura que dejaron las fuertes inundaciones de las tormentas Eta y Iota, que primero entraron a Nicaragua convertidas en poderosos huracanes categorías 4 y 5 de la escala Saffir-Simpson.

Fuentes oficiales aseguran que los dos fenómenos naturales dejaron inundaciones mayores a las del huracán Mitch, que dejó unos 5,657 muertos.

En La Lima y algunas de sus poblaciones vecinas, el nivel del agua alcanzó, en las partes más bajas, entre uno y dos metros.

Muchas de las construcciones de La Lima, principalmente viviendas, sufrieron tanto daño, que tendrán que ser demolidas, según expertos.

No se sabe cuántos personas murieron en La Lima por las inundaciones, entre alrededor de un centenar que hasta ahora han registrado fuentes oficiales a nivel nacional.

El ambiente que se respira en La Lima es de olores nauseabundos, por tanto basura sepultada en el lodo, incluidos animales muertos que fueron arrastrados por las aguas desbordadas del caudaloso río Chamelecón, que divide a la ciudad en Lima Nueva, instalada por la multinacional bananera, y Lima Vieja, la de sus primeros pobladores.

En el centro de La Lima, a la altura de su plaza principal, el agua alcanzó un nivel de al menos un metro.

MOROLICA Y CHOLOMA

El pueblo de Morolica, fundado hacia 1,820, tenía unas 300 casas, con su iglesia, católica, como el edificio más alto.

De todo eso nada quedó, todo fue sepultado por las graves inundaciones que dejó el huracán Mitch entre la última semana de octubre y la primera de noviembre.

La pequeña comunidad quedó cubierta totalmente por montañas de piedras, lodo y todo tipo de basura.

Del pueblo solamente quedó en pie la fachada de su iglesia, por lo que con ayuda gubernamental y de la comunidad internacional fue levantada la Nueva Morolica, en un sitio alto y con viviendas dignas para sus habitantes.

De la destrucción de Morolica los hondureños y el mundo se enteraron por su entonces alcalde, Ramón Adalberto Espinal, quien caminó unos 100 kilómetros hasta Tegucigalpa para clamar por ayuda para su pueblo.

CHOLOMA LA PRIMER CIUDAD MÁRTIR

Hasta antes del Mitch, el huracán Fifí había sido el más devastador que Honduras había conocido, aunque la mayoría de los daños fueron mayores en toda la zona norte y caribeña.

El Fifí, que según apuntes históricos dejó 10,000 muertos, cruzó de este a oeste frente a toda la costa caribeña hondureña, en septiembre de 1974.

El entonces pequeño pueblo de Choloma, quedó sepultado y la cifra de muertos habría sido de unos 8,000.

Choloma resurgió, no de las cenizas, como el "ave fénix", sino del lodo, y desde hace varias décadas es la zona con más parques industriales (ensambladoras) del país.

LA GUADALUPE ASENTAMIENTO HUMANO SIGUE INUNDADO

A unos seis kilómetros de El Progreso, se localiza una asentamiento de campesinos que levantó sus humildes viviendas en 1979, en la margen derecha de la autopista que lleva hacia La Lima y San Pedro Sula, en el norte del país.

Tres semanas después del paso de Eta, que inundó buena parte del valle de Sula desde el 4 de noviembre, La Guadalupe, cercana al caudaloso río Ulúa, sigue inundada y con muchas de sus casas destruidas total o parcialmente.

En la primera cuadra, desde la autopista, en una casa de esquina vivía Heriberto Velázquez, un albañil de 64 años, quien cree que su casa está destruida parcialmente, aunque por las imágenes en vídeo que recogió Efe pareciera que el daño es total.

Heriberto no ha podido llegar hasta su casa porque el nivel del agua no se lo permite, y según dijo a Efe, La Guadalupe se volvió en un sitio no apto para vivir. Uno de sus hijos, del mismo nombre, también perdió su casa en la misma comunidad.

A unos 100 metros de su casa, Heriberto, con sus ojos inundados de lágrimas, dijo: "hemos vivido inundaciones, las de 1980, 1987, la de 1990, que fue bastante grande, la del Mitch, pero ninguna como Eta. Esta nos ha destruido totalmente todo, a tal grado que nos han declarado una colonia inhabitable".

Hombres, mujeres y niños cruzan por la calle principal de La Guadalupe, algunos con pertenencias que siguen sacando del agua estancada en sus modestas vivienda.

En La Guadalupe la mayoría de sus pobladores están viviendo bajo carpas improvisadas con plástico en la mediana de la autopista que lleva hacia La Lima.

Heriberto y otros de sus familiares están alojados en casa de su sobrina Juana Merlo, en la ciudad de El Progreso, una vivienda que no se inundó y en donde al menos por ahora tienen un techo seguro.