Xochimilco, una comunidad que sigue a flote ante la adversidad

Un poco desangelada, pero no detenida, se encuentra la delegación Xochimilco, donde los habitantes continúan sus actividades cotidianas como lo han hecho siempre, “porque si hay algo que hemos aprendido con el tiempo es a seguir adelante ante la adversidad”.

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Así lo manifiesta sonriente María de Jesús, mejor conocida por sus amigos como Marichu, quien continúa vendiendo tortillas por docena en el mercado de Xochimilco, donde desde temprano los comerciantes de flores, frutas y comida han abierto sus puertas para continuar viviendo.

“Ha habido muy poca gente, ayer hubo más y en la semana no pudimos vender todos porque no nos dejaban pasar con tanta ayuda que vino de afuera, pero hoy como que ya se les pasó un poco y se nota porque no hay tanta gente como otros domingos”, comenta mientras vende dos docenas de tortillas a uno de los asistentes a esta delegación.

Y en efecto, la mejor manera de ayudar a Xochimilco es visitarlo y consumir lo que ahí se ofrece, y que todavía guarda ese aroma al México tradicional, con un peculiar olor a carbón a la comida tradicional que se ofrece en el lugar, desde que se entra por avenida Guadalupe I. Ramírez.

De acuerdo con los habitantes de esta zona rural de la capital mexicana, la afectación no es tanto por el terremoto, sino la indiferencia de las autoridades que desde antes del movimiento telúrico ha mantenido una “actitud pasiva y casi imperceptible”, dice Ángel, quien ofrece paseos desde el Embarcadero Fernando Celada.

En un recorrido por el lugar, se pueden apreciar a decenas de trajineras detenidas a la entrada del embarcadero, “la gente simplemente dejó de venir. Llevamos mediodía y por lo menos aquí no ha venido nadie a solicitar un viaje por trajinera” comenta.

Lo mismo ocurre si se recorre las calles, en donde se aprecia una Rotonda de los Personajes Ilustres de Xochimilco que luce abandonada y cuyas bardas metálicas están grafiteadas. “Más que el temblor, es el abandono en que nos tienen lo que nos ha afectado..." refiere don Tomas mientras espera a la entrada del embarcadero Caltongo a que lleguen visitantes.

A pesar de ello, los xochimilcas no se rajan -como refiere el hombre de la tercera edad- y la actividad continúa, como se aprecia el sonido de un mariachi que recorre los canales a bordo de una trajinera cantando a todo lo que da.

De igual forma, los comerciantes del mercado de Flores y Alimentos se mantienen activos y en espera de que la gente los vuelva a visitar, y sus puestos rebozan de los colores y olores del típico Xochimilco de siempre.

Incluso la feligresía que acude a misa los domingos continúa asistiendo a las celebraciones dominicales en el atrio del templo de San Bernardino de Siena, aunque sea debajo de una carpa instalada ya que el templo aún no ha sido visitado para garantizar su seguridad.

Con el movimiento telúrico del pasado martes, el muro del atrio -de aproximadamente metro y medio de grosor- se vino abajo en la entrada principal, mientras que el templo, uno de los más antiguos de la Nueva España y que data de 1535, permanece cerrado.

Así transcurre el domingo en un Xochimilco que, a pesar de las dificultades, es muestra de que se necesita más que un temblor para detener a quienes guardan el orgullo de vivir en un lugar mágico y que es por lo mismo, un Patrimonio Mundial Intangible.