Equilibrio de poderes dentro del Congreso, reto de la reforma política: Gil Zuarth y Encinas

Los senadores Roberto Gil Zuarth y Alejandro Encinas reconocieron que el reto de la reforma político-electoral que se propone en el Senado, es alcanzar el equilibrio de poderes entre las fuerzas políticas  dentro del mismo Congreso.

Lo anterior al escuchar la participación de especialistas en la mesa Gobiernos de coalición y segunda vuelta electoral, en el marco de las Audiencias Públicas para las Reformas del Sistema Electoral y Régimen Político, en la que el punto en común de los expositores fue la necesidad de fortalecer al Congreso con una más amplia pluralidad, debiéndose cuidar que aspectos medulares de modificaciones constitucionales no se contrapongan entre sí.

Ante ello, Alejandro Encinas apuntó: “La reforma tendrá que ir más a fondo, porque lo que tenemos hoy, por ejemplo, no es una Cámara de Diputados sino una cámara de grupos parlamentarios y esto ha desnaturalizado la función original del acuerdo que se había buscado  de la recomposición de los órdenes de gobierno en el Poder Legislativo”.

En tanto, Gil Zuarth reconoció que como consecuencia de la pluralidad en los espacios de representación, el mayor reto institucional de la actual coyuntura son los gobiernos divididos.

“Se requiere definir si necesitamos o no mayoría estables en el Congreso que aprueben la agenda indispensable para el país y en buena medida, agregó, el Pacto por México es la mayor evidencia de la necesidad de construir incentivos a la cooperación entre fuerzas políticas ideológicamente diferentes que tienen la capacidad de incidir en la política pública”.

Al manifestar su postura, Ricardo Becerra, presidente del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, quien se pronunció a favor de los  gobiernos de coalición al considerar que, si bien  no son una fórmula infalible, pueden ajustarse  “bastante bien” a las necesidades y problemas de nuestra democracia, donde las “estructuras del presidencialismo no funcionan en el océano pluralista creado por la realidad política mexicana”.

A partir de los gobiernos de coalición, agregó, se superarían problemas de la política mexicana registrados desde 1997  donde los presidentes  “deben sudar la gota gorda” para aprobar cada presupuesto anual y conseguir algunas de las ansiadas reformas que necesita el país.

Recordó, además, que el problema político central de México “es la gobernación”, como se puso de manifiesto desde el sexenio pasado con la guerra contra el narco o “la ocurrencia del Pacto”.

Consideró que si se abre la posibilidad constitucional de erigir gobiernos de coalición no le ve caso a la segunda vuelta: ¿Para qué queremos que un Presidente tenga 51 o 52 por ciento de los sufragios si de todos modos maneras no tiene la mayoría del Congreso?, cuestionó.

En su turno, el académico Eduardo Huchim puntualizó que la reforma al régimen político pretendida “dibuja un nuevo rostro del Estado mexicano que acerca el sistema político al parlamentarismo”, lo cual calificó de positivo para evitar en el futuro la toma de decisiones unipersonales que dañen a la población, como ha sido la guerra contra la delincuencia organizada.

Sin embargo, estableció la necesidad de fortalecer la figura del Presidente de la República a partir de la segunda vuelta electoral pues este mecanismo  podría fortalecer la legitimación de los poderes ejecutivos federal y estatales.

Recordó  los conflictos post-electorales cuyo resultado fue que los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón no lograran concretar reformas trascendentales y dieron visos de ingobernabilidad; “actualmente -enfatizó- en México hay un Presidente que  gobierna con el 38 por ciento de los sufragios emitidos en 2012, lo cual equivale a decir que lo hace con el 62 por ciento de votos en contra”.

Al plantear su postura, el politólogo Andrés Lajous rechazó el que se pretenda imponer un freno a la conformación de partidos y coaliciones, pues ello va en contra del sistema parlamentario.

Estableció que si el Congreso se pulveriza y no se concentra en dos o tres partidos, existe la posibilidad de impedir que el partido en el gobierno cuente con más del 20 por ciento de las curules y ello lo obligará a abrir las negociaciones para lograr avances en el trabajo legislativo.

Esto se ha comprobado en democracias de América Latina, como es el caso de Chile, en contraste con Estados Unidos donde sólo hay dos partidos, debido a que los legisladores son particularmente indisciplinados hacia las dirigencias partidistas.

Bajo esta premisa, Lajous se pronunció en contra de que en la reforma político-electoral se endurezcan las leyes de coalición y ratificación, pues con esto “se va a provocar más disciplina –hacia la dirigencia de los partidos-, no nos vamos a mover a un sistema parlamentario el cual existe cuando el presidente requiere de formar una coalición o simplemente no gobierna”.

En su turno, Ignacio Marván Laborde consideró que las propuestas para propiciar la formación de gobiernos de coalición son “inoperantes y potencialmente muy conflictivas” porque se propone introducir la figura de jefe de gabinete sin mencionar si van o no a dividir al Ejecutivo o si el Presidente dejará de ser el titular de la administración pública federal.

“Al mantener la elección por separado y el mandato fijo de las cámaras legislativas, el poder creíble de amenazas se concentra sólo en los órganos legislativos, los que podrían, sin costo alguno, remover secretarios a su antojo y dar una enorme inestabilidad al gobierno”.

Bajo este argumento, se pronunció porque el Presidente de la República mantenga la facultad de nombrar y remover libremente a los secretarios de despacho y propuso que sigan siendo designados por él, pero con ratificación de la mayoría de los senadores.

Por su parte, el investigador Francisco Valdés Ugalde advirtió que “el sistema mexicano ha reformado las reglas de acceso al poder, pero no ha transformado las reglas de su ejercicio”.

Por ello, subrayó, “el municipio, las legislaturas de los estados, los tribunales superiores de justicia, el federalismo en su conjunto ofrecen hoy un panorama más que lamentable desde el punto de vista de la rendición de cuentas y la gobernabilidad efectiva”, señaló.

En ese sentido, Valdés Ugalde consideró que “una pieza como los gobiernos de coalición y la jefatura de gabinete, con ratificación por parte del Congreso, puede ser una fórmula que efectivamente ayude a recoger el pluralismo y al mismo tiempo generar eficacia gubernativa”.

Bajo esta premisa, se pronunció por encontrar mecanismos para hacer más representativo y eficaz régimen el presidencialista. “Ello requiere una visión integral en que cada pieza del rompecabezas se ordene armónicamente con los demás”.