La banda guanajuatense nació en 1827 como una agrupación de guerra del 1° Batallón Ligero de Guanajuato, por lo que se considera una de las agrupaciones más antiguas en todo el estado. Con el paso del tiempo se transformó en una banda sinfónica, y la víspera, ofreció aquí uno de los repertorios más variados y completos escuchados en un concierto público.
Bajo el mismo cielo y en el mismo escenario estuvo el Mariachi Ciudad de Guadalajara que dirige José Manuel Sandoval. Ambos géneros se dieron puntual cita para tomar parte en el programa “Música del Mundo”, del 44 Festival Internacional Cervantino (FIC) que, del 2 al 23 de octubre, prácticamente se encuentra a la mitad de su lúdico desarrollo.
La “Suite francesa”, de Vaugh Williams, y “Las bodas de Luis Alonso” aceleraron el ritmo cardiaco de los asistentes, sin embargo, al elevarse hasta las nubes las notas de “Sobre las Olas”, delicioso vals debido a Juventino Rosas (1868-1894), quedó de manifiesto que Guanajuato es y ha sido cuna de grandes aristas, cuyas composiciones se han convertido en himnos.
Esa obra dio por terminada la primera parte del concierto. A continuación, música que supo a tequila y son. El Mariachi Ciudad de Guadalajara, dirigido por el maestro Antonio Ortiz Venegas ofreció algo de la música arraigada en lo más profundo del corazón de los mexicanos. Los bravíos instrumentistas con sus trompetas, guitarrones, violines y jaranas.
Su intervención inició con cinco piezas inscritas en la más pura tradición nacional y por tanto requirieron presentación: “El son de la Negra”, de los jaliscienses hermanos Lomelí Gutiérrez; el “Huapango”, de José Pablo Moncayo, que a pesar de ser una obra sinfónica, sonó extraordinariamente bien con el mariachi del Estado Invitado de Honor del 44 FIC.
Enseguida, el “Jarabe Tapatío”, cuya fecha de nacimiento y autor están pedidos en las tinieblas del tiempo, pues algunos estudiosos ubican su cuna en el Virreinato y otros la trasladan hasta los años de la Revolución Mexicana. “Guadalajara”, de Pepe Guízar, y “Caminos de Guanajuato”, de José Alfredo Jiménez, tema que vive en cada mexicano.
El público vivió una experiencia animada y apreció lo más valioso de la tradición musical de México, porque si hay algo que mueva más tacones al bailar y gargantas al cantar que el mariachi, es la combinación de esta música con la de banda sinfónica, al menos en México.
Cual gala popular, el famoso mariachi unió fuerzas en el escenario con las Bandas Sinfónicas de Guanajuato en un maridaje único.
Músicos experimentados y talento de jóvenes entusiastas que incursionan en el mundo de la ejecución instrumental; las trompetas y las guitarras, la tuba y la tambora hicieron una fiesta nocturna inusual en su conformación instrumental, por sus formas históricas y por los autores interpretados. Música clásica y música tradicional mexicana, fundidas en una sola sonoridad.
La clásica arenga “¡otra!, ¡otra!, ¡otra!…, obligó al mariachi a interpretar, “Querida”, del recientemente fallecido compositor y cantante mexicano Juan Gabriel (1950-2016), pero no conforme con eso, el mariachi se vio en la necesidad de interpretar un popurrí nacionalista, mosaico de autores y épocas.