El atentado se produjo cuando un suicida detonó un vehículo cargado de explosivos en el área de Wazir Akhabar de la capital afgana a una hora generalmente muy concurrida por civiles.

En un comunicado de su portavoz, António Guterres expresó consternación por tan terrible acción y subrayó la necesidad de reforzar el combate al terrorismo y el extremismo violento.

"Los ataques indiscriminados contra los civiles violan gravemente las leyes internacionales humanitarias y de derechos humanos y no tienen justificación posible. Los responsables del atentado de hoy deben responder ante la justicia", puntualizó.

Guterres expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas y deseó la pronta recuperación de los lesionados.

Por su parte, la Misión de Asistencia de la ONU para Afganistán (UNAMA), se sumó al repudio del Secretario General y señaló que además de las muertes indiscriminadas, el estallido causó grandes daños a los edificios de la zona, algunos de ellos sedes diplomáticas.

El representante especial de Naciones Unidas para Afganistán, Tadamichi Yamamoto, afirmó que el ataque es moralmente atroz si se toma en cuenta que se llevó a cabo durante el mes del Ramadán.

"El atentado de hoy es un acto de terrorismo y una violación grave de las leyes humanitarias. No puede haber excepciones: el uso de explosivos en las áreas civiles debe cesar", apuntó Yamamoto.

La UNAMA urgió a todas las partes en conflicto a cumplir con las obligaciones marcadas en las leyes internacionales y a tomar medidas de protección a los civiles.

Kabul registró más muertes que ninguna otra región de Afganistán en 2016, según las cifras de la Misión de la ONU.