El regreso de Bandera Roja: autos oficiales chinos al alcance de particulares

La marca de limusinas y coches oficiales Hongqi ("Bandera Roja", en mandarín), creada en 1958 para los altos miembros del gobierno y del Partido Comunista en tiempos de Mao Zedong, está tratando de hacerse un hueco en el creciente mercado chino de los coches de lujo.

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Con su nuevo híbrido H7, que presentó recientemente en el Salón del Automóvil de Shanghái, fiel a sus señas de identidad, con su característica aleta de cristal rojo en el capó y su famosa rejilla frontal en forma de abanico tradicional chino, la marca intenta ahora volver a llamar la atención de los conductores particulares.

"Desde mayo pasado hemos empezado a vender coches Hongqi al público en general, ya que antes sólo estaban disponibles para instituciones oficiales y empresas estatales", confirmó a Efe en Shanghái un responsable del concesionario local Tianhong.

En efecto, el flamante H7, su primer híbrido, se empezó a vender antes, desde marzo, a las entidades oficiales chinas, y sólo desde mayo, en dos versiones, con motores de dos y tres litros, empieza a salir a la venta para particulares, lo que Hongqi había intentado en anteriores ocasiones con otros modelos sin mucho éxito.

Ahora la firma espera hacerse un hueco en un mercado, el de los vehículos de lujo, dominado sobre todo por la marca alemana Audi, del grupo Volkswagen, el primer fabricante extranjero instalado en China (desde 1984), incluso entre el nicho natural de Hongqi: organismos oficiales de todos los niveles y firmas estatales.

El subsector de los vehículos de lujo aumentó sus ventas en China un 30 por ciento en 2012, muy por encima de la media del sector de los automóviles, que las vio crecer un 7.1 por ciento.

Aunque algunos expertos locales esperan que este rápido crecimiento se empiece a ralentizar pronto, la marca china, filial del grupo FAW (siglas internacionales de la fabricante estatal Diyi Qiche, "Coches El Primero"), parece apostar porque esta vez el H7 calará pronto entre un público con más poder de compra que nunca.

Con todo, eso puede llevar su tiempo, ya que la corredora de bolsa local Zhongxin estima que tal vez Hongqi consiga vender unos 3,000 modelos H7 este primer año.

Para impulsar su imagen, en abril pasado el presidente francés, François Hollande, fue el primer mandatario extranjero trasladado en su visita oficial a China en un Hongqi H7, siguiendo la tradición que comenzó con el estadounidense Richard Nixon en su histórico viaje de 1972.

Poco después la firma regaló 20 limusinas Hongqi a Fiji durante una cumbre internacional y el Ministerio de Comercio incluyó a la marca en la lista de sus posibles regalos de Estado de fabricación china.

La compañía está ya en contacto directo con numerosas embajadas chinas para "que vuele la Bandera Roja en todos los rincones de la tierra", según recogió recientemente la prensa local.

Y el pasado domingo el propio Ministerio de Exteriores anunció que su ministro, Wang Yi, utilizará también el H7 a partir de ahora.

Tras la salida del híbrido, que se esperaba para el año pasado pero se vio retrasado durante meses para su puesta a punto, las primeras compras oficiales elevaron las ventas del H7 a 210 en marzo pasado, con otras 23 en abril, y en mayo, con su apertura al público, se sumaron 86 más, según el portal informativo Sohu.com.

El H7 parece destinado así a marcar un antes y un después en la compañía, que creó durante décadas muchas de sus limusinas copiando como partida el chasis o el diseño de coches similares extranjeros, e incluso el H7, según señalan algunos observadores, parece imitar al Toyota Crown que fabrica en China la firma mixta FAW-Toyota.

Su principal enemigo es su precio (de 299,800 a 479,800 yuanes, es decir, de 37,000 euros, o 49,000 dólares, a 59,200 euros, o 78,300 dólares), en el borde o incluso por encima de los límites de presupuesto para coches oficiales de las autoridades provinciales en China.

Y en regiones como Shanghái el público y las autoridades prefieren marcas locales como Roewe, de la Corporación Industrial del Automóvil de Shanghái (SAIC, el mayor fabricante estatal chino), cuyos coches de lujo como el Roewe 950, competidor natural del H7, son mucho más baratos.