Visto a la distancia, resulta interesante en el presente -una vez que el régimen priista sucumbió y regresó-, contrastar el diagnóstico de Cosío Villegas del México de los años cuarenta del siglo pasado con la coyuntura actual, y responder si el Sistema Político mexicano debe ser regenerado o renovado para garantizar una democracia de resultados en lo económico, legal y de gobernabilidad.
La crisis del México de hoy es en buena medida heredada de la crisis de la que hablaba Cosío Villegas, pero no se agota en ella, sino que la traspasa y la trasfigura, es decir, la incluye y al mismo tiempo la redimensiona con nuevos contenidos. La crisis de mitad del siglo XX, no fue otra que la crisis del propio régimen, una surte de cicatriz que marcó de principio a fin a un peculiar ordenamiento político e institucional que nunca supo cómo resolver o superar sus propias contradicciones.
La crisis del régimen, fue resultado del abandono material por parte de los sucesivos gobiernos emanados de la Revolución Mexicana de los ideales legítimos de ésta, lo que dejó al país atrapado en el pragmatismo más burdo y en la retórica más vulgar. Se trató de una crisis por vaciamiento de contenidos ideológicos y pérdida de miras que en la práctica dejó a la Nación nuevamente sumida, pese a algunos avances sociales incipientes, en la desigualdad más oprobiosa, con altos niveles de pobreza y marginación extremas y una concentración de la riqueza en el vértice de la pirámide social cada vez más marcada.
Ahora bien, ¿qué plausibilidad tendría sostener que entre la crisis de los cuarenta del S. XX y las crisis actuales existe una suerte de continuidad explicativa por cuanto las causas y los efectos de aquélla siguen irresueltos?
Las crisis que en algunos rubros presenta México, no son por causa moral o política, ni por abandono de principios y/o vaciamiento de contenidos ideológicos, sino más bien por incapacidad o falta de talento político por parte algunos políticos producto de la alternancia de 2000, pues no han querido promover, impulsar, negociar y poner en marcha un nuevo ordenamiento institucional y normativo que rompa definitivamente con el pasado autoritario. Más específicamente, a diferencia de la crisis del viejo régimen, el desafío ahora es renovar más que regenerar, cambiar más que adaptar, romper con el pasado más que recuperarlo. Por ello el Pacto por México es una nueva oportunidad. La resolución del caso Florence Cassez, es un botón de muestra de cómo tendría que romperse con el pasado, claro está, siendo conscientes de que en una primera instancia, los mexicanos podrían llegar a repudiar los cambios, pues aún corre por la sangre de millones una visión autoritaria.
Christián Gutiérrez / Politólogo.
