El colectivo de arte digital teamLab abre un nuevo museo en Tokio con más de 50 obras

El colectivo de arte digital nipón teamLab abrirá el próximo 9 de febrero un nuevo museo en Tokio que sustituirá al que hasta ahora había en Odaiba y contará con más de 50 obras interrelacionadas, algunas inéditas y otras ya exhibidas en el anterior museo.

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Una mujer interactúa con una obra expuesta por el colectivo de arte digital teamLab en un nuevo museo en Tokio, que abrirá el 9 de febrero de 2024. EFE/EPA/FRANCK ROBICHON

El nuevo 'teamLab Borderless' pretende ser un espacio sin límites creado mediante obras que "deambulan, exploran y descubren", pues transitan entre salas, se mezclan entre ellas e interactúan con los visitantes.

El fundador del colectivo, Toshiyuki Inoko, explicó en una reciente entrevista con EFE que lo que esperan del nuevo museo es que el público "viva una experiencia que nunca antes haya vivido y sienta cosas que nunca antes haya sentido".

Las novedades del museo son 'Bubble Universe' ('Universo de Burbujas'), 'Microcosmoses: Wobbling Lights' ('Microcosmos: Luz Oscilante'), 'Light Vortex' ('Vórtice de Luz') y 'Megalith Crystal' ('Cristales Megalíticos'), cuatro obras independientes del resto.

'Bubble Universe' consiste en una habitación de espejos con numerosas esferas colgando del techo que en función del movimiento de los espectadores proyectan luz que se transmite de unas a otras, estructura parecida a lo de 'Microcosmos: Luz Oscilante', con la diferencia de que en la segunda las bolas siguen un circuito y se iluminan en ciclos individuales.

La obra 'Vórtice de Luz' la protagonizan transiciones de luces que rebotan en un espejo y se reflejan de forma asimétrica; mientras que 'Cristales Megalíticos' utiliza la oscuridad para explorar la vida y la muerte.

Otro de los trabajos destacados en 'teamLab Borderless' es 'En Tea House', una sala sin apenas luz en la que los visitantes pueden tomar una taza de te de la que brotan flores.

El agua centra cuatro obras que se proyectan en una sala con una cascada que nace en el techo y llega hasta una colina a la que los asistentes pueden subir. Ríos llenan el espacio y esquivan a las personas, que pueden incidir en sus cursos, llegando a detenerlos o a crear remolinos.

Los asistentes poseen un rol importante en el nuevo museo y no son meros espectadores: mariposas nacen de sus cuerpos, ranas cruzan miradas con ellos y flores que cambian según la época del año aparecen cuando tocan las paredes.

Las figuras que protagonizan las obras transitan por los pasillos que las conectan y los trabajos convergen y se mezclan entre sí para conseguir dar la sensación de que no hay límites en el lugar.