Triunfar en el FINI, por su carácter internacional, permite y provoca seguir creando: Christian Becerra

Christian Becerra no sabía que era un ganador al arribar tarde a la ceremonia de dictamen final del Concurso Internacional de la Imagen 2015. No alcanzó a escuchar cuando los jurados dieron a conocer a su obra, “Mexicanofilia”, como ganadora al primer lugar del género “Técnicas Alternativas” de la categoría profesional. Se enteró después, sorpresivamente.

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Christian Becerra.

Al ser el concurso la actividad estelar del FINI desde su primera edición en 2011, al finalizar la ceremonia se organiza un recorrido por la exposición con las obras finalistas, montada en el edificio Baltazar M. Lumbier, por ser el edificio central e histórico de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. En ese majestuoso marco, los jurados presiden el itinerario inaugural a través de dicha muestra.

Becerra supo que había ganado hasta oír a la jurado Ana Soler (artista visual de renombrado prestigio internacional), ya de pie frente a su obra, explicar a los asistentes cuáles valores formales, estéticos, plásticos y conceptuales habían unificado la decisión de los jurados para favorecer el trabajo presentado por el egresado (2006-2010) de "La Esmeralda" (Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado), como ganador.

“Fue una sensación extraña y gratificante; como llegué tarde, pues me di a la tarea de seguir a la procesión que iba tras los jurados en el recorrido de la obra expuesta, de finalistas y triunfadores del concurso; y cuando llegamos donde estaba mi trabajo, hasta entonces me enteré. Fue muy estimulante, porque sabía que el premio me permitiría seguir trabajando y daría impulso a mis proyectos y sobre todo, lo habían visto artistas y público de otros países”, narra Christian Mariano Becerra Salazar, quien ya había obtenido un tercer lugar en el FINI 2014.

Como fotógrafo, pintor y grabador, Becerra realiza proyectos que apuntan siempre a las técnicas alternativas, procesos creativos que suelen ser complicados y costosos, por eso dice que: “Fue muy importante ganar en el FINI, pues el premio siempre ayuda a seguir produciendo. Creo que el Festival, en sí, es un foro sumamente valioso y no sólo por el concurso, sino por todas las actividades alrededor: ponencias, los talleres y, sobre todo, porque tiene carácter internacional, un factor determinante. Yo me sentí muy halagado de que, en medio de participantes de otros países, los jurados hayan calificado a mi obra como triunfadora”.

Para él, concentrarse en el trabajo artístico y tener como primer interés que su obra “se vea”, le parece difícil contextualizar su premio, “no alcanzaba a dimensionar haber ganado, porque lo importante, lo insustituible es producir, crear y lo demás es lo extra, pero también lo que le da más aliento a tus proyectos”.

El proceso de trabajo de este joven artista de sólo 30 años, tiene como fundamento una gran parte de investigación, “cada proyecto lleva un proceso sobre todo de información; y luego trato de ver en qué formato lo voy a desarrollar con tal de que sea coherente. ‘Mexicanofilia’, por ejemplo, forma parte de un proyecto que llevo pensando hace ya más años, no sólo con inmigrantes mexicanos, sino también con inmigrantes centroamericanos que cruzan por nuestro territorio y las situaciones injustas a las que son sometidos”.

El fundamento del trabajo que llevó al V Concurso Internacional de la Imagen, según explica el joven artista, fue el incremento en el número de crímenes de odio contra los mexicanos en los Estados Unidos, duplicado en un lapso menor que durante la historia de relación bilateral: continuas noticias de ataques racistas, explotación, vulnerabilidad y xenofobia inspiraron a Becerra a la creación de “Mexicanofilia” que presentó al FINI 2015 como una serie de tres collages “creados a partir de la imagen del papel de pasaporte mexicano y que da forma a las banderas de California, Texas y Arizona, estados que alguna vez pertenecieron al territorio mexicano y se han convertido en los tres principales estados de EE.UU con mayor flujo de migrantes mexicanos”.

A pesar de no haber crecido en un ambiente social que favoreciera la creación artística, Christian Mariano Becerra Salazar, proveniente de una familia promedio de la zona oriente de la Ciudad de México, se sabía dueño de la facilidad de dibujar desde que era pequeño, pues su padre, carpintero de profesión —fallecido hace 10 años—, elaboraba por sí mismo sus diseños. Christian, el menor de 4 hermanos (de una psicóloga, un empleado y del escritor-poeta Manuel Becerra), tuvo en su familia dos fundamentos básicos para seguir su impulso por el arte, “libertad y seguridad, eso me dieron mis padres. Eso me permitió arremeter el arte sin miedo y con decisión”, dice.

“Estudié de manera común; fui a la primaria, a una secundaria técnica en Iztacalco y al Colegio de Bachilleres, donde tenía taller de dibujo técnico, pero siempre estuve inquieto por el arte y tomé muchos talleres de artes plásticas, que además eran opcionales. Ya en el bachillerato, de plano aborté la misión y me metí de oyente a San Carlos, falsificando una credencial, y todos se enojaban, pues yo aprendía y no pagaba nada cuando no había terminado ni el bachillerato. Entonces me enteré de la convocatoria de ‘La Esmeralda’ y eso me obligó a terminarlo y ponerme en orden”.

El primer dibujo que recuerda como su primera obra es un retrato realizado cuando estaba en secundaria y al mismo tiempo en una escuela de iniciación artística del Instituto Nacional de Bellas Artes, fue un retrato de su padre que él mismo le solicitó: “Él me lo pidió, fue algo que sentí como con respeto, fue una conexión muy íntima, algo que compartimos de padre a hijo. Todavía por ahí anda ese retrato”.

Se dedicó durante un tiempo a la fotografía de bodas para ganar algún dinero con el fin de financiar sus proyectos, pero en sus imágenes, llenas de plasticidad, siempre estuvo presente su sólida formación en pintura, dibujo y grabado de “La Esmeralda”. Al mismo tiempo trabajaba en proyectos conjuntos con un amigo, hasta que logró decir, en 2012, durante la exposición colectiva “Pulverizaciones” montada en Tlaxcala: “me dedicaré al 100 por ciento al arte”.

Organizado y trabajador, sistematiza sus procesos y encauza sus proyectos a una idea que va desarrollando según la misma idea le remite a un proceso de investigación, luego va hacia el formato que utilizará para lo que investigó de dicha idea y finalmente la técnica con que lo desarrollará. “Por ejemplo, la idea de ‘Mexicanofilia’, ya derivó en otro proyecto que estoy realizando que es sobre la inmigración de Honduras, El Salvador, Centroamérica en general, hacia México”.

Inquieto, desde 2007, todavía estudiante, participaba en exposiciones colectivas como con “Cascajo”, dibujos que expuso junto con otros artistas en la Galería Chilpa, en la Ciudad de México; también llevó su trabajo a la exposición “Artistas Corresponsales en Tiempos de”, en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, en Jalisco. Pero no es sino hasta 2011, con “Desaparecer del Mapa”, exposición montada en la Clínica Regina, dentro del marco de Fotoseptiembre, del Centro de la Imagen, en la CDMX cuando se aventura a exponer por sí mismo.

Aunque su participación en colectivas es diversa y múltiple, en 2014 volvió a exponer individualmente con su serie “El Novillero”, dentro de la Unidad de Vinculación Artística de Tlatelolco, en la Ciudad de México. Ese mismo año monta “CM”, en la Galería Espacio Alternativo de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, e inicia 2015 con “Carcinoma”, su exposición montada en el Museo Universitario Leopoldo Flores en Toluca.

A partir del FINI 2015, Christian Becerra se encontró con una serie de nuevas actividades, proyectos que culminará gracias a su participación y triunfo en el certamen internaciional. Por eso está convencido de que el escaparate que significa el VI Concurso Internacional de la Imagen, cuya convocatoria aún está abierta hasta el 29 de enero próximo, también será un reto que piensa acometer con nuevos bríos, más tablas y una sensibilidad que, como él dice, “a pesar de que la creación es íntima, siempre tiene un referente social o político, pues incide en alguna inquietud. Pienso que el arte que no es social o no hace alguna crítica es simplemente publicidad”.