Chile clasificó anticipadamente a octavos de final en un ambiente de fiesta en el mítico Maracaná de Río de Janeiro, donde la masiva presencia de su hinchada hizo que jugara prácticamente de local.
La alegría por el 2-0 ante España fue enturbiada, sin embargo, por los violentos desmanes que cometió un centenar de hinchas que antes del encuentro intentó entrar al estadio por la fuerza y ocasionó destrozos en el sector reservado a la prensa.
La "auténtica roja", como se autocalifican en desmedro de su rival de hoy, empezó de entrada sin dejar dudas de que llegaba con la ambición de darle a España el gran empujón hacia el acantilado de la eliminación.
Se notó ya con la garra con la que los once iniciales cantaron el himno nacional, junto a las decenas de miles de seguidores. Y siguió con la actitud en la cancha desde el primer minuto: presión al rival, lucha, toque y profundidad buscando la definición que tuvo en los pies ya a los 60 segundos.
Lo que clamorosamente desperdiciaron al principio Eduardo Vargas y Gonzalo Jara, lo concretaron el propio Vargas a los 20', definiendo con clase en el área chica, y Charles Aránguiz, a los 44', tras pescar un mal despeje de Iker Casillas después de un tiro libre espectacular de Alexis Sánchez.
Pero también hubo otro hombre clave en la hazaña consumada en la tarde carioca: Claudio Bravo, el arquero, que salvó media docena de goles ya cantados por los españoles.
Con el desarrollo del partido fue quedando claro que España ya no encontraría el rumbo ni la pelota, tal vez agobiada por la pesadilla que estaba viviendo. Y entonces la parcialidad chilena empezó a aprovecharse del rival gritando "E-li-mi-na-dos" y arengándose a sí misma con el clásico "vamos chilenos".
Así, Chile vibró hoy con una de las alegrías más grandes de su trayectoria, en el mismo escenario en el que hace 25 años atrás había sufrido el momento más bajo y vergonzoso, cuando el arquero Roberto Rojas simuló haber sido víctima de un ataque por parte de los aficionados brasileños. La consecuencia: Chile fue sancionado y no disputó el Mundial de 1990.
Pero la historia sigue y Chile deberá definir su liderazgo del Grupo B con Holanda.
No es un encuentro menor, ya que el segundo lugar podría significar tener que jugar en octavos con Brasil, el equipo que lo eliminó en esa instancia en los Mundiales de Francia 1998 y Sudáfrica 2010.
Fueron las dos ocasiones en las que Chile llegó más lejos en un Mundial fuera de casa. En Chile 1962, terminó tercero. Y en las cinco comparecencias mundialistas restantes tuvo que hacer las valijas en la fase de grupos.
Pero lo de esta tarde ya quedó en la historia, como se sintió en la ovación ensordecedora que recibió en el Maracaná, así como en las caras de impotencia y desolación de los que hasta hoy defendían el título. (DPA)