El incremento de la deuda durante los primeros dos años de gobierno de Mauricio Macri se ha convertido en un motivo de preocupación para analistas locales, ya que coloca al país en una situación de vulnerabilidad ante cualquier desequilibrio en los mercados internacionales.
Los datos más recientes del Indec en torno a la deuda sólo confirmaron la estrategia que Macri ha llevado a cabo desde que asumió, negoció pagos con los fondos “buitre” (especuladores) y retomó préstamos internacionales que fueron vedados para Argentina en los últimos años.
De acuerdo con los informes oficiales, en 2017 la deuda externa aumentó en 51 mil 782 millones de dólares, de los cuales el 61 por ciento corresponde al gobierno nacional, el 8.0 por ciento al Banco Central y el resto a otros sectores.
En términos absolutos, cuando Macri comenzó a gobernar en diciembre de 2015, la deuda pública bruta era de 254 mil millones de dólares y representaba el 46 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Ahora, en cambio, la deuda total de Argentina ya roza los 350 mil millones de dólares (un 35 por ciento más que hace dos años) y equivale al 56 por ciento del PIB, indicador que la oposición califica como una permanente señal de alarma.
El propio Macri ha reconocido en varios discursos públicos que “hay que dejar de endeudar al país”, a pesar de que su gobierno está tomando niveles récord de deuda.
Para contrarrestar las críticas, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, explicó que, si no se toman en cuenta los intereses, la deuda “sólo” representa el 28.5 por ciento del PIB, un nivel bajo en comparación con el resto de los países de la región.